San
José, Esposo de la Virgen María
San José era una figura sencilla y humilde, silenciosa y
pobre en apariencia, pero Dios le ha encomendado una
misión única y maravillosa. Este hombre del silencio
es un hombre aparte, aun en medio de los bienaventurados.
Era de estirpe real, de la familia de David. Dios le muestra un
amor preferencial, y él responde sereno, fiel y agradecido.
José "varón justo", era un verdadero israelita
en el que no había engaño. El va conociendo, una vez
que reúne todas las maravillas de la creación, "la
hija de las complacencias del Padre", "el paraíso
del Espíritu Santo", "la Madre virgen del Verbo
hecho carne". Y él es el esposo de María, esposo
virgen como Ella, con derecho a una santa e inefable ternura, que
era para él una gloria celeste. José acepta esta dignidad
y la ejerce desde la discreción y el silencio. Con ser esto
mucho, la gloria del humilde José es todavía más
alta. Además de esposo de María, y por serlo, José
es padre legal de Jesús.
Un momento difícil y clave en la vida de José fue
el descubrir la maternidad de María. Son las llamadas "dudas
de José". Entonces interviene el ángel. Le dice
que no debe marcharse, le confirma el misterio y le da a conocer
su misión con respecto al Mesías.
José cumplió fielmente su misión como esposo
de María y padre de Jesús. Fue digno de custodiar
los más ricos tesoros del cielo y de la tierra. Hoy sigue
protegiendo a la Iglesia como Patrono Universal. José, feliz
entre todos los hombres, murió en brazos de la Madre de Dios,
y Dios mismo cerró sus ojos. Es patrono de la buena muerte.
Hacer de tu hogar un lugar alegre y santo con tu buen ejemplo.
Se venera en el Templo Parroquial de San José, de la Guancha
y en la Ermita de Coromoto.
SAN PEDRO
Era pescador en el lago Tiberíades o de Galilea. Nació
en Betsaida, una aldea campesina y marinera situada al lado del
Lago de Genesareth. Se llamaba Simón y era hijo de Jonás.
Su hermano Andrés fue también apóstol como
él y discípulo de Juan el Bautista. Quizá heredó
de su padre Jonás la rudeza de su carácter y la prontitud
de su genio. Lo cierto es que Pedro, como nos lo presenta el Nuevo
Testamento, era vehemente y franco, un tanto presumido y un poco
infantil en sus reacciones. Fue un hombre también espontáneo,
generoso, con absoluta confianza en su Maestro.
En el primer encuentro de Pedro con Jesús ya queda al descubierto,
por una parte, la amistad no disimulada del Maestro, y por otra,
la entrega sin reservas de Pedro a su servicio o compañía.
Fue constituido por Cristo como cabeza de su Iglesia, ocupando siempre
el primer puesto en el Colegio de los Apóstoles. En los principales
misterios fue su compañero y su testigo.
Después de la Ascensión del Señor vivió
por algún tiempo en Jerusalén, hacia el año
50. Fue considerado el primer Papa de la Iglesia y en el año
67, de la era cristiana, sufre el martirio bajo Nerón dando
generosamente su vida por Cristo. Bien pudo cantar el poeta: "Pedro
es el primero en creer y el primero en amar; el primero de los Apóstoles
que ve al Señor resucitado; el primero que confirma la fe
con un milagro; el primero que convierte a los judíos, el
primero que recibe a los gentiles en la Iglesia; el primero en todo".
Entre los más fanáticos perseguidores de los cristianos
de Jerusalén, sobresalía un helenista de Tarso, por
nombre Saulo, discípulo del célebre rabino Gamaliel,
que después sería el gran apóstol de los gentiles,
SAN PABLO, cuya memoria se uniría siempre a la del príncipe
de los apóstoles. Era un hombre culto que hablaba griego.
No sabemos exactamente cuándo nació y es casi seguro
que no conoció a Jesús durante su vida mortal. San
Pablo fue un hombre nuevo después de su caída en el
camino de Damasco. Y como todos los convertidos, el fuego le quemaba
las entrañas y se sintió forzado a comunicarlo a todo
el mundo. Acompañado por Bernabé, emprendió
tres largos viajes famosísimos y ganó para Cristo
muchas almas en Asia Menor, Creta, Macedonia, Grecia, etc. Fundó
iglesias en los más importantes sitios del mundo romano.
Su tumba permanece en Roma; motivando la fiesta de hoy,
grande para Roma, para el sucesor de Pedro en el Vaticano y para
toda la Iglesia de Cristo, Una, Santa, Universal y Católica.
Se venera en el Templo Parroquial de la Guancha.
San Isidro Labrador (1070-1130)
El Patrono de Madrid nación en lo que es ahora la capital
de España. Sus padres, al no poder enviarlo a la escuela,
se encargaron ellos mismos de inculcarle sus escasos conocimientos,
junto con el horror del pecado
y el amor a la oración. Isidro se casó con una muchacha
pobre, tan buena como él; pero después del nacimiento
de su primer hijo, que murió en la infancia, ambos decidieron
servir a Dios en continencia perfecta. Con su santidad y heroísmo
salió del oscuro anonimato que rodea a los humildes hombres
del campo. Su vida fue un modelo de perfección cristiana
en el mundo.
Sencillo labrador, trabajó la tierra de sol a sol durante
toda su vida y murió en la pobreza. Una leyenda nos narra
que Isidro, muy temprano, solía ir a Misa antes de comenzar
a arar la tierra y que, mientras tanto, llegaban los ángeles
para suplirlo en su labor hasta que terminaba la Eucaristía.
Mientras araba, sembraba y cosechaba, elevaba sus pensamientos hacia
Dios. Los teólogos modernos llaman a esto "ejercicio
de la presencia de Dios"; afirman que el alma, con un poco
de práctica, logra dirigir la atención simultáneamente
a dos cosas diferentes: el trabajo diario y el pensamiento en Dios
presente en todas las cosas. Isidro aprendió este arte y
lo ejerció de manera muy particular. Toda su vida fue una
unión con el Amor de Dios. San Isidro era muy generoso con
los pobres; con frecuencia los invitaba a su mesa y reservaba para
sí los restos de la comida.
Murió el año de 1130, a la edad de 60 años.
Su esposa, que le sobrevivió varios años, alcanzó
también el honor de los altares. Su culto se popularizó
mucho por los milagros que el santo obró en Madrid. La familia
real de España, promovió ardientemente la causa de
San Isidro, quien fue canonizado en marzo de 1622, junto con San
Ignacio, San Francisco Javier, Santa Teresa y San Felipe Neri. En
España se les llama, desde entonces, "los cinco santos".
Se venera en el Templo Parroquial de La Guancha.
Santa Teresa del Niño Jesús
Nació en Alençon el 2 de enero de l873, siendo la
última de nueve hermanos, de los cuales sobrevivieron solamente
cinco. Una hermana fue Visitandina, Teresa y las otras tres fueron
carmelitas en el convento de Lissieux.
Sus padres, Luis y Celia, que desearon ser religiosos, no pudieron
conseguirlo por enfermedad, pero transmitieron a sus hijas la vocación.

Estando por cumplir 14 años, durante la noche de Navidad
le sucedió lo que ella llamaría "la noche de
mi conversión". A los 15 años de edad empleó
todo su empeño en ingresar en el Carmelo. Fue una lucha titánica
ya que no le permitían ingresar tan joven. Yendo con su padre
en una peregrinación a Roma se atrevió a pedirle al
Papa León XIII que le concediera esta gracia. El Papa le
dió esperanzas. Entró a los 15 años y 3 meses
de edad.
Ya en el Carmelo escribió por obediencia su autobiografía,
"Historia de un Alma", un regalo impagable para la humanidad.
Teresa de Lissieux, con su bondad y dulzura, y su autobiografía,
con su estilo lírico, pueden dar la impresión de una
personalidad débil y acaramelada. Pero una mirada más
atenta descubre un alma gigante, una voluntad y un carácter
indomables.
El mensaje de Teresa es maravilloso: "he venido a salvar a
las almas y a rogar por los sacerdotes. Como Moisés en la
montaña, rezo por los que combaten". Deseó ir
al Carmelo de Saigón. Pero, sin salir de su convento, es
la Copatrona de las misiones, junto con San Francisco Javier.
El Kempis y San Juan de la Cruz eran sus lecturas preferidas, pero
luego se limita a la Sagrada Escritura. "JESÚS -dice-será
mi guía y único director".
Una vez de niña, dijo: "yo lo escojo todo. Igualmente
ahora: no quiero ser santa a medias. Sólo una cosa me asusta:
conservar mi voluntad". Quería serlo todo. San Pablo
le da la solución: "el amor encierra todas las Vocaciones".
Y Teresa clamó: "mi vocación es el amor. En el
corazón de la Iglesia, mi madre, yo seré el amor.
Así lo seré todo".
Después piensa que, más que querer ser santa, como
tarea personal, ahora su tarea será dejar hacer a Dios, vivir
la confianza y el abandono en sus manos, ofrecerse como víctima
al amor misericordioso. No se desanima ante las propias imperfecciones.
Descubre el camino de la infancia espiritual. Desea ir al cielo
en el ascensor de los brazos de Dios, ser como un juguete del Niño
Jesús. Practica las pequeñas virtudes, como sonreír
a una anciana difícil. Enseña a las novicias a VIVIR
EL HOY.
Teresa cargó valerosamente con la cruz: la enfermedad de
su padre, incomprensiones en el convento, dudas de fe, aridez espiritual,
el terrible frío invernal de Normandía. Uno de los
momentos cumbres de su vida es cuando descubre con gozo su enfermedad
mortal, diciendo estas palabras:. "el Esposo Divino vendrá
pronto a buscarme, pero no le temo, al contrario... "quiero
pasar el Cielo haciendo bien a la tierra". La vida de Teresa
fue una "existencia teológica". La Teresa celestial
fue ocupando paso a paso a la terrestre, hasta vaciarla. Sus últimas
palabras fueron: "DIOS MÍO, OS AMO". Murió
el 30 de septiembre de l897 a los 24 años. Fue canonizada
por el Papa Pío XI el Año Santo de 1925. 
Se venera en el Templo Parroquial de La Guancha
Santo Domingo, presbítero(1170-1221)
Nació
en Caleruega (España), alrededor del año de 1170.
Estudió Teología en Palencia y fue nombrado canónigo
de la Iglesia de Osma. Con su predicación y con su vida ejemplar
combatió con éxito la herejía albigense. Con
los compañeros que se le adhirieron en esta empresa fundó
la Orden de Predicadores. Los hermanos predicadores recibieron una
aceptación entusiasta entre el pueblo, y resistencia entre
algunos miembros del clero, quienes veían la renuncia completa
al mundo de estos hombres y de los hijos de San Francisco, como
un constante reproche contra su propio modo de vivir.
Domingo envió a sus hermanos en todas direcciones: a Madrid,
París, Roma, etc., con una confianza absoluta en el apoyo
de la Divina Providencia. La fundación de sesenta monasterios
son el fruto de estos cuatros años: en Italia, Austria, Hungría
y varios países del Este. Desde luego, que junto con el crecimiento
del número de las fundaciones nuevas y con la distancia del
primer monasterio, crecieron también los esfuerzos por moderar
calladamente el principio de la pobreza.
A la luz de una constante renovación interior, resplandeció
en su vida el espíritu de penitencia. Domingo
acostumbraba permanecer arrodillado largas horas ante el Santísimo
Sacramento, mientras sus hermanos ya se habían retirado a
descansar, y castigaba su extenuado cuerpo con rigurosas disciplinas
por los pecados ajenos. El efecto que causaban sus sermones y el
poder de su personalidad, hubieran sido imposibles sin esa constante
plática con Dios.
La obra del santo estaba casi organizada, cuando el 6 de agosto
de 1221 Domingo murió. Solamente trece años después
fue canonizado.
Se venera en el Templo Parroquial de Santo Domíngo de La
Guancha. 
San Sebastián, mártir (+304)
Fue jefe de los guardias imperiales de Diocleciano. Se preocupaba
por sus hermanos, los pobres y los encarcelados y les llevaba la
Eucaristía. Se le condenó a morir como soldado, es
decir, pasado por las armas de los arqueros. Las flechas no lo mataron.
Pasado el tiempo fue condenado a morir a palos.
Santa Rita de Casia( 1381-1457)
Desde su niñez quiso ser monja, pero sus padres querían
que se casara. Aceptó por obediencia y la casaron con un
hombre brutal y descreído, del cual tuvo dos hijos a los
que educó cristianamente. Su matrimonio duró 18 años
en los que fue modelo de paciencia y bondad lo que ablandó
el corazón de su esposo antes que muriera asesinado. Tiempo
después murieron sus hijos y ella decidió entrar al
convento de las agustinas de Casia, pero no la aceptaron porque
era viuda. Por su insistencia y rezos logró que la admitieran
y vivió ahí dedicada a la oración y penitencia.
Ofreció sus sufrimientos a Cristo y como marca de ello llevó
en su frente una llaga abierta que despedía mal olor, por
lo que se alejó de la comunidad confinándose a un
lugar apartado del convento hasta su muerte en olor a santidad.
Santa Rita es la abogada de las causas imposibles y desde su canonización
en 1900 por el Papa León XIII ha crecido mucho el número
de sus devotos.
Se venera en el Templo Parroquial de La Guancha.
Santa Isabel de Hungría
Entre las flores de santidad que por el carisma de San Francisco
crecieron en todo el mundo, la más bella flor de
Alemania fue Sta. Isabel. Desde la edad de 4 años fue declarada
novia del príncipe Ludovico de Turingia. En tan tierna edad
dejó su patria y fue entregada a la custodia de su futura
suegra, la princesa Sofía. Fue hija del rey de Hungría
y nació el año 1207.
Una característica de la pequeña Isabel era su amor
a Jesús Sacramentado, ante Quien se postraba frecuentemente
en la capilla del Castillo de Wartburg. Desde niña, también
acostumbraba llevar a sus compañeros de juegos a rezar a
la capilla; repartía su merienda entre los niños pobres
y no quería llevar corona de perlas viendo a Jesús
con espinas. A los 15 años se casó con el príncipe,
que entonces contaba con 21 años de edad.
Este matrimonio fue inmensamente feliz, pero desgraciadamente duró
muy poco tiempo. A los seis años de casados, el esposo se
unió a los caballeros de una cruzada para rescatar la Tierra
Santa del poder de los musulmanes, y murió a consecuencia
de una fiebre maligna que contrajo el año de 1227. Isabel,
con sus tres niños pequeños, recibió la noticia
de la muerte de su esposo y lloró tristemente.
Ludovico, junto con su esposa, habían purificado el ambiente
feudal de su territorio y habían hecho justicia a los pobres
campesinos explotados por los nobles.
Al dejarlo todo por amor a Cristo pobre, cumplió el Evangelio
al pie de la letra. Su confesor, ciertamente bien intencionado,
quiso llevarla por el camino de una obediencia extraordinaria, a
una amistad íntima con Cristo, al
ejemplo de San Francisco y Sta. Clara. Asimismo, confirmó
la heróica caridad de Isabel. Una vez le preguntaron cómo
dar limosnas, si no se tenía dinero, y
contestó:
"Siempre tenemos dos ojos para ver a los pobres, dos oídos
para escucharlos, una lengua para consolarlos y pedir por ellos,
dos manos para ayudarlos y un corazón para amarlos".
Y ella practicaba lo que aconsejaba.
Isabel tenía un corazón extraordinariamente compasivo.
Sentía en carne propia no sólo los sufrimientos de
Cristo, sino también los de cada ser humano explotado, marginado,
enfermo y sumido en la detestable miseria de aquellos tiempos.
El amor y la penitencia la habían agotado en plena juventud.
Tenía 24
años cuando el Señor se la llevó al Paraíso,
el año 1231. Cuatro años más tarde Sta. Isabel
era canonizada por Gregorio IX.
Se venera en el Templo Parroquial de La Vera.
San Jorge, mártir (+ 303)
"El Megalomártir", "el gran Mártir",
le llaman los griegos. El defensor de la Iglesia, el portaestandarte
de la fe, el defensor de los perseguidos e inocentes, el Patrón
de los Cruzados y de varias ciudades españolas... Todo esto
es el glorioso mártir que hoy celebramos.
Se cree que nació en Palestina, en la ciudad de Lidda o en
Mitilene, allá por el año 280. Sus padres eran fervorosos
cristianos y emparentados con la alta aristocracia del país.
Era un joven bien plantado: alto, elegante, fuerte, simpático...
Abrazó la carrera más noble de aquellos tiempos, la
militar y todo le sonreía hasta que un día... allá
en los inicios del siglo IV llegó a Nicodemia el terriblemente
duro emperador Diocleciano, con la satánica idea de hacer
desaparecer a los cristianos. Dictó leyes terriblemente duras
contra los seguidores de Jesús de Nazareth. Su último
edicto ordenaba arrojar a todos los militares, dignidades y cargos
administrativos, si se podía probar que eran cristianos.
Jorge, en medio de la plaza de la ciudad arrancó con furia
el edicto y se enfrentó a Diocleciano diciéndole:
"Señor, ni he cumplido ni espero cumplir de ahora en
adelante cuanto habéis ordenado, por juzgarlo altamente injusto.
¿Por qué abusáis de los pobres y de las vírgenes?
¿Por qué, si hay libertad para adorar a dioses falsos,
no debe haberla para adorar al único Dios verdadero?..."
El emperador dictó que le atormentasen con toda clase de
los más refinados instrumentos para hacerle claudicar de
su fe. Pero por más que lo hicieron sufrir, la fe crecía
y el valor aumentaba en el tribuno Jorge. Finalmente viendo que
ninguno de aquellos tormentos acababan con él, fue decapitado.
San Jorge será el patrón de los militares valientes
y de cuantos luchan por defender su fe. Fue en el año 303
cuando recibió la palma del martirio. Es patrono de los boy-scouts.
Se venera en la Ermita del Farrobo.
San Lucas Evangelista
Etim.:Del latín, Lucas, del griego, Loukas. "Portador
de luz"
18 de octubre
Su símbolo es un toro o novillo
Autor del tercer Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles.
Lucas es de padres paganos, nacido en Antioquia, posiblemente fue
esclavo, médico y uno de los primeros en aceptar el Evangelio,
que mas tarde el mismo escribió. Según la tradición
fue también pintor de la virgen.
Dirigió su mensaje a gentiles cristianos.
San Lucas viajó con San Pablo quién lo describe como
"Lucas, el médico querido" (Col 4,14). En uno de
esos viajes se embarcaron desde Troas a Fenicia. Otro viaje los
llevó desde Fenicia a Jerusalén. Mas tarde fueron
juntos a Roma, en cuyo viaje sufrieron naufragio y otros peligros.
Según la mayoría de los expertos, San Lucas escribió
alrededor del año 70, probablemente durante los dos años
que San Pablo estuvo preso en Cesarea (Hechos 20, 21).
Murió en Grecia y sus reliquias se encuentran en la Basílica
de Santa Justina, Padua, Italia. Estudios conducidos allí
en 1998 concuerdan con los datos sobre San Lucas conocidos por la
tradición.
Patrón de: artistas, doctores, cirujanos, solteros, carniceros,
encuadernadores, cerveceros, escultores, notarios...
Se venera en la Ermita de San Lucas de La Guancha.
San Judas Tadeo
Judas Tadeo aparece último en la lista de los doce Apóstoles
de Jesucristo (Mateo 10:3, Marco 3:18). No sabemos cuando ni como
entró a formar parte de los discípulos. Lucas le llama
"Judas de Santiago" (Hechos 1:13). Juan aclara: "Judas,
no el Iscariote" (Juan 14:22). Esta distinción es necesaria
dado a que el Judas Iscariote fue quien traicionó a Jesús.
"Judas" es una palabra hebrea que significa: "alabanzas
sean dadas a Dios". Tadeo quiere decir: "valiente para
proclamar su fe"
El Apóstol Judas Tadeo, "el hermano de Santiago",
era probablemente el hermano de Santiago el Menor, se lo menciona
así por la notoriedad de Santiago en la Iglesia primitiva
"¿No es éste -se preguntan maravillados los habitantes
de Nazaret, ante la fama que acompaña a Jesús- el
carpintero... el hermano de Santiago y de Judas?". 
Después de la Ultima Cena, cuando Cristo prometió
que se manifestaría a quienes le escuchasen, Judas le preguntó
porqué no se manifestaba a todos. Cristo le contestó
que El y su Padre visitarían a todos los que le amasen: "Vendremos
a él y haremos en él nuestra morada" (Juan, 14,
22-23). No sabemos nada de la vida de San Judas Tadeo después
de la Ascensión del Señor y la venida del Espíritu
Santo.
Se atribuye a San Judas una de las epístolas canónicas,
que tiene muchos rasgos comunes con la segunda epístola de
San Pedro. No está dirigida a ninguna persona ni iglesia
particular y exhorta a los cristianos a "luchar valientemente
por la fe que ha sido dada a los santos. Porque algunos en el secreto
de su corazón son... hombres impíos, que convierten
la gracia de nuestro Señor Dios en ocasión de riña
y niegan al único soberano regulador, nuestro Señor
Jesucristo". Es una severa amonestación contra los falsos
maestros y una invitación a conservar la pureza de la fe.
Termina su carta con esta bella oración: "Sea gloria
eterna a Nuestro Señor Jesucristo, que es capaz de conservarnos
libres de pecados, y sin mancha en el alma y con gran alegría".
San Judas Tadeo es uno de los santos más populares a causa
de los numerosos favores celestiales que consigue a sus devotos
que le rezan con fe, especialmente en cuanto a conseguir empleo
o casa. San Brígida cuenta en sus Revelaciones que Nuestro
Señor le recomendó que cuando deseara conseguir ciertos
favores los pidiera por medio de San Judas Tadeo.
Con frecuencia se ha confundido a San Judas Tadeo con el San Tadeo
de la leyenda de Abgar y se ha dicho que murió apaciblemente
en Beirut de Edessa. Según la tradición occidental,
tal como aparece en la liturgia romana, se reunió en Mesopotamia
con San Simón y que ambos predicaron varios años en
Persia y ahí fueron martirizados. Existe un presunto relato
del martirio de los dos Apóstoles; pero el texto latino no
es ciertamente anterior a la segunda mitad del siglo VI. Dicho documento
se ha atribuido a un tal Abdías, de quien se dice que fue
discípulo de Simón y Judas y consagrado por ellos
primer obispo de Babilonia. Según dice la antigua tradición,
a San Simón lo mataron aserrándolo por medio, y a
San Judas Tadeo le cortaron la cabeza con una hacha y por eso lo
pintan con una hacha en la mano. Por ello, la Iglesia de occidente
los celebra juntos, en tanto que la Iglesia de oriente separa sus
respectivas fiestas.
Hay varias leyendas sobre San Judas Tadeo propagadas por Eusebio
que son poco confiables.
El devoto debe cuidarse de no caer ciertos abusos, como la "novena
milagrosa" a Judas Tadeo que ofrece al devoto grandes recompensas
económicas con la condición de que se hagan copias
de ella y sean enviadas a un número de personas. Esta novena
raya en la superstición y está centrada mas en interés
económico que en la búsqueda de la santidad.
Se venera en el Templo Parroquial de La Guancha.
Santa Catalina de Alejandría
Mártir c.306
No aparece en el calendario litúrgico después de la
reforma del 1969.
Existen muchas leyendas sobre su vida. Protectora de esposas, vírgenes,
niños y los que trabajan con ruedas y cuchillos.
Antes de ser decapitada, la pusieron entre dos ruedas con ganchos,
con el propósito de destrozarla. Pero un rayo destruyó
aquel instrumento de tortura.
Dos Iglesias romanas (S. Catalina de Funari y S. Catalina de la
Rota) llevan su nombre. También tiene capilla en Sta. María
Maggiore y S. Clemente.
Fue uno de los santos mas venerados desde el siglo XIII. Otras santas
posteriores llevan su nombre: Catalina de Siena; de Génova,
de Ricci.
Se venera en Ermita Santa Catalína de La Guancha.
Santa Rosalía (1140-1170)
Rosalía nace en Sicilia de nobles fa milias
descendientes de Carlomagno. A los catorce años, siendo una
joven bellísima, decide por inspiración divina, retirarse
a escondidas de su familia, a una cueva en lo alto del monte Pellegrino.
Allí pasa los últimos dieciséis años
de su vida, según la leyenda, alimentada por ángeles
que le llevan la Eucaristía. Es la patrona de la ciudad de
Palermo donde se celebra con grandes fiestas el descubrimiento milagroso
de sus reliquias cinco siglos después de su muerte.
Se venera en la Ermita de Las Rosas.
San Antonio Abad
Etim. Antonio: Floreciente.
Monje del desierto, siglo IV. Testigo radical del Evangelio
Patrón de tejedores de cestos, fabricantes de pinceles, cementerios,
carniceros, animales domésticos.
Su vida fue escrita por San Atanasio.
San Antonio es un modelo de espiritualidad ascética.
Nace en Egipto, hijo de acaudalados campesinos.
Durante una celebración Eucarística escucho las Palabras
de Jesús: "Si quieres ser perfecto, ve y vende todo
lo que tienes y dalo a los pobres". San Antonio entregó
su hermana al cuidado de las vírgenes consagradas, vendió
sus propiedades y decidió darse por completo al Señor.
Hizo vida eremítica en el desierto, junto a un cierto experto
llamado Pablo. Después vivió junto a un cementerio,
siendo testigo de la vida de Jesús que vence el temor a la
muerte.
Organizó comunidades de oración y trabajo. Pero prefirió
retirarse de nuevo al desierto. Allí logró conciliar
la vida solitaria con la dirección de un monasterio. Viajó
a Alejandría para apoyar la fe católica ante las herejía
arriana.
Una colección de anécdotas, conocida como "apotegmas"
demuestra su espiritualidad evangélica clara e incisiva.
Murió hacia el año 356, en el monte Colzim, próximo
al mar Rojo. Se dice que de avanzada edad pero no se conoce su fecha
de nacimiento.
Se venera en la Ermita de Coromoto.
Santo Hermano Pedro
El Santo Hermano Pedro nació el 19 de marzo de 1626 en Vilaflor,
Tenerife, Islas Canarias, España. Desde muy niño aprendió
las bases de la religión católica inculcada por sus
padres Amador González y Ana García.
A los 24 años de edad dejó su tierra con rumbo a América
llegando a la Habana, Cuba donde permaneció por un año.
En 1651 salió rumbó a Guatemala, pasando por Trujillo,
Honduras, y desde donde emprendió el camino a pie hasta la
ciudad de Santiago de los Caballeros, Antigua Guatemala; al llegar
se hinca y besando el suelo dijo: "Aquí he de vivir
y morir".
Comenzó a trabajar en los telares de Don Pedro Armengol,
y a estudiar en la Escuela de la Compañía de Jesús,
con el deseo de ser sacerdote. En 1654 las dificultades en el estudio
lo desaniman y decide abandonar La Antigua, dirigiéndose
a Petapa donde entró a la iglesia para orar. Allí
oye a la Virgen del Rosario que le manda volver a La Antigua. El
8 de diciembre de ese mismo año firma "El Pacto de
Sangre" de defender la Inmaculada Concepción de María
con el sacrificio de su propia vida.
El 10 de enero de 1655 presenta la petición para ingresar
a la Orden Franciscana Seglar (Tercera Orden Franciscana) y el 11
de junio de 1656 hace su profesión en la misma, y se dedicó
por completo a la iglesia del Calvario, ayudando a terminar la construcción
y posteriormente en sus jardines sembró un árbol de
Esquesúchil, el 19 de marzo de 1657, llamado hoy "El
árbol del Hermano Pedro".
Promovió la devoción a la Virgen (Rosario cantado),
la práctica del Vía Crucis, la posada navideña
y otras fiestas y devociones populares.
El 24 de febrero de 1658, compra por 40 pesos la casita de María
Esquivel, que actualmente son las ruinas que estan en la Posada
de Belén que la convirtió en sala de enfermería
por la noche e instala un Oratorio para la Virgen, que será
la escuela de doctrina cristiana y primeras letras para niños
y adultos analfabetos y un hospicio para forasteros sin techo. Es
reconocido como el primer alfabetizador de Guatemala y bajo su nombre
se condecora a los que se destacan por el trabajo por la salud.
A partir de este año reúne en su hospitalito a los
primero Hermanos Terciarios fundado así el cuarto hospital
en la historia de Guatemala y el primero de convalecientes en América
y el mundo.
Llamó al Oratorio la "Casita de Nuestra Señora
de Belén", lo que en el futuro llegaría a ser
la cuna de la nueva orden religiosa "Belemita", la primera
orden nativa en América
La vida interior del Hermano Pedro y su devoción se centran
en los grandes misterios de la vida de Cristo, el Nacimiento en
Belén, la dolorosa Pasión y la Eucaristía.
Por la contemplación del sufrimiento de Cristo que se inicia
en Belén, llega su plenitud sobre la Cruz y se prolonga en
la Eucaristía, el Hermano Pedro desarrolla una actitud de
reparación que lo lleva a sufrir con el Cristo paciente y
a alimentar un vivo celo por la conversión de los pecadores.
El Hermano Pedro recorría las calles de la ciudad pidiendo
indulgencias por las almas del purgatorio, sonando su campanita,
recordando que "un alma tienes no más, si la pierdes
¿Qué harás?". Su continua ocupación
fue la oración, la penitencia y el trabajo en beneficio de
los necesitados.
En 1661 Antonio Rodríguez, terciario franciscano, pasa a
vivir con el Hermano Pedro en la Casa Belén, consitituyéndose
en el primer compañero de Pedro. El 7 de diciembre de 1663
el Hermano Pedro solicita al Rey Felipe IV la aprobación
del Hospital de Belén.
El 20 de abril de 1667, ya enfermo de gravedad, dicta su testamento
en el Hospital de Belén en el que pide de limosna que se
le entierre en la Iglesia del Señor San Francisco El Grande
en la Capilla lugar de entierro de los terciarios.
El 25 de Abril de 1667 a dos de la tarde en el Hospital de Belén,
mirando un cuadro de San José exclamó: "Esta
es mi Gloria" y expiró. Al morir deja su obra y su familia
religiosa a cargo de Fray Rodrigo de la Cruz, otrora Rodrigo Arias
de Maldonado, Marques de Talamanca y Ex - Gobernador de Costa Rica
milagrosamente transformado por la vida y ejemplo del Hermano Pedro.
|
|
Santa
María Magdalena.
María Magdalena tuvo un privilegio único e imponderable:
FUE LA EVANGELIZADORA DE LOS EVANGELISTAS Y DE LOS APÓSTOLES.
Ella, por mandato de Jesús, fue la mensajera de Su resurrección.
Magdalena, LA RESUCITADA A LA GRACIA, es la primera en verlo. En
este sentido, la Magdalena nos recuerda al apóstol San Juan.
Los dos fueron objeto de la predilección de Jesús.
Los dos le amaron con ardiente corazón. Los dos estuvieron,
en amorosa compañía, al pie de la Cruz.
Ella supo resucitar, por su voluntad, del sepulcro d e
su vicio, deshacerse de Satanás que la tenía aferrada;
desafiar al mundo por amor a su Salvador y despojarse de todo lo
que no fuese amor. Llegó a ser la discípula MÁS
FIEL del Salvador; la mujer que cuidaba de El durante sus peregrinaciones
entre el Líbano y el Mar Muerto. Por El abandonó su
casa y su comarca; por El se separó de amistades y parientes
y se unió a los apóstoles, aceptando todas las inclemencias
de los viajes, sirviéndoles a todos con verdadera humildad.
Era a la vez Marta y María, con respecto al Maestro: SERVIRLE
Y ADORARLE, AHORA Y EN LA CRUZ.
Dice la Escritura: "Estaban junto a la cruz de Jesús
su madre, María de Cleofás y María Magdalena".
La Magdalena no podía estar en otro sitio. Allí estaba
su Amor Crucificado. Allí tenía que servirle, en silencio,
con lágrimas, en adoración.
Impresiona la Magdalena, valerosa y delicada, ardiente e intrépida.
Emociona su actitud en el Calvario; su preocupación en la
sepultura; el trajín en las primeras horas del domingo; la
queja al "jardinero"... y la maravilla del encuentro y
de la misión que le encomienda el Señor.
Expulsada de su patria por la primera persecución judía
de los cristianos, María Magdalena se fue al sur de Francia
y vivió una vida piadosa y penitente, según se cree,
en una cueva cerca de Saint Baume, durante treinta años,
donde murió.
Se venera en el Templo Parroquial de la Guancha.
San Juan Bautista
Nació en Judea, seis meses antes de que naciera Cristo.
Su nacimiento fue milagroso, porque un ángel lo anunció
a sus padres, ya ancianos.
Seguramente recibió una esmerada educación al estilo
judío, puesto que su padre, Zacarías, era un sacerdote
israelita. Este, inspirado por el Espíritu Santo, había
vaticinado que Juan "sería profeta d el
Altísimo e iría delante del Señor para preparar
sus caminos". Lc. 1,76
Siguiendo su vocación profética extraordinaria, Juan
se retiró desde muy joven al desierto, en donde llevó
una vida de gran austeridad: vestía pieles de camello, se
alimentaba de langostas y miel silvestre y, sobre todo, vivía
entregado a la oración.
Muy pronto, hacia el año 26 o 27 de nuestra era, comenzó
a predicar la sincera conversión a Dios, no sólo a
los pecadores declarados y públicos, sino también
a los encubiertos, que se consideraban intachables, como los fariseos
y doctores de la ley. Las muchedumbres acudían en tropel
a escuchar su predicación y en señal de sincera conversión
se hacían bautizar, es decir, que recibían de manos
de Juan un baño en las aguas del Jordán, para simbolizar
el sincero deseo de purificarse de sus pecados. También Jesucristo
fue a hacerse bautizar por Juan. Este, iluminado por el Espíritu
Santo, lo reconoció como quien era, el Mesías, el
Hijo verdadero de Dios. Tembloroso, el Bautista se negaba a bautizarlo.
Pero Jesús insistió por su profunda humildad y Juan
se resignó a hacerlo. Cuando se abrieron los cielos y descendió
el Divino Espíritu en forma de paloma sobre el Mesías,
y se escuchó la voz del Padre; Juan se sintió en el
colmo de la felicidad: el Mesías, Hijo de Dios, se había
manifestado esplendorosamente ante sus ojos y los de sus discípulos.
Varios de estos, como Andrés, Simón, Juan, Felipe,
Natanael siguieron a Jesús y recibieron el nuevo bautismo
"en el Espíritu y en el fuego", bautismo verdadero
que no era un símbolo, como el de Juan, sino un sacramento
que perdona los pecados y hace hijos de Dios.
Juan el Bautista dio testimonio con su vida y con su muerte de que
sin la Penitencia y genuina conv ersión
no es posible creer en Jesús el Cristo, El Hijo de Dios.
Se venera en el Templo Parroquial de San Juan Bautista.
San Antonio de Padua, presbítero
y doctor de la Iglesia (1195-1231)
San Antonio de Padua es el santo de los milagros, de acuerdo con
la devoción popular, pues encuentra buen marido a la joven
casadera, y descubre las cosas perdidas a sus devotos; pero mil
veces más importante que todo esto es el testimonio que,
durante su vida, brindó a los fieles; un testimonio de plena
entrega al servicio del Evangelio.
Apenas cumplidos los quince años, resolvió seguir
a Cristo en la orden de los Canónigos de San Agustín,
con quienes se inició en la vida religiosa, hizo sus votos
y finalmente se ordenó sacerdote.
El año 1220 pasaron por su monasterio de Coimbra algunos
franciscanos que llevaban consigo las reliquias de sus primeros
mártires, sacrificados para el Señor, en Marruecos.
Fernando se sintió electrizado al contemplar aquellos sangrientos
restos. Pidió y obtuvo pasarse a la orden recién fundada
por Francisco de Asís. Logró, asimismo, ir desde luego
a misionar al norte de África. Tiempo después pudo
emprender el viaje hasta Asís, donde Francisco, el Pobrecillo
de Cristo, celebraba el capítulo general.
Antonio fue entonces destinado a morar en el eremitorio de Montepaolo.
Allí vivió en retiro entregado a la contemplación
y al estudio, hasta que un buen día predicó de repente,
por obediencia, sin previa preparación, un sermón
tan rico en doctrina y tan conmovedor, que al punto los superiores
lo destinaron a la predicación. Desde entonces recorrió
la Italia central y septentrional, así como parte de Francia,
provocando numerosas conversiones. Antonio no vivía para
sí, sino para socorrer con la palabra viva del Evangelio
a toda clase de cristianos. Su palabra, como la de San Pablo, no
era según la humana sabiduría, sino que se fundaba
sobre el poder de Dios, que confirmaba sus discursos con espléndidos
milagros. El Papa Gregorio IX al oírlo predicar, exclamó:
"Antonio es el arca del Viejo y del Nuevo Testamento".
Brillaba además por su admirable prudencia, por lo que fue
elegido provincial de los franciscanos. Su frágil salud no
pudo resistir tan abrumadoras fatigas y, el 13 de junio de 1231,
cuando apenas contaba unos 36 años de edad, rindió
su espíritu al Señor.
Un año más tarde el Papa Gregorio IX lo canonizó
solemnemente en vista de los continuos milagros, que después
de su muerte, el Señor obraba por su intercesión.
La fama de San Antonio continúo creciendo a lo largo de los
siglos y el año de l946, el Papa Pío XII le concedió
el título de Doctor Evangélico, que resume la vida
del gran taumaturgo: VIVIR Y ENSEÑAR EL EVANGELIO.
Se venera en el Templo Parroquial de La Guancha, San José
y Ermita del Pinalete.
San Martín de Porres, religioso
(1579-1639)
Nació en Lima el año 1579. Era hijo de un hidalgo
español, Dn. Juan de Porres, y de una muchacha mulata, Ana
Velázquez. Martín fue bautizado en la iglesia de San
Sebastián, en la misma pila bautismal en que siete años
más tarde lo sería Sta. Rosa de Lima.
Desde niño fue muy generoso con los pobres, a los que daba
parte del dinero cuando iba de compras. Su madre lo llevaba con
frecuencia al templo. Su padre, gobernador de Panamá, le
procuró una buena educación.
Martín aprendió el oficio de barbero, que incluía
el de cirujano y la medicina general. Cumplía bien su oficio,
sobre todo en favor de los pobres, y aprovechaba la ocasión
para hablarles de Dios, y era tal su bondad, que conmovía
a todos. Por el día trabajaba y por la noche se dedicaba
a la oración.
A los quince años entró como terciario dominico en
el convento del Rosario de Lima. Allí fue feliz, sirviendo
con humildad y caridad a los de dentro y a los de fuera. Convirtió
el convento en un hospital. Recogía enfermos y heridos por
las calles, los cargaba sobre sus hombros y los acostaba en su propia
cama.
Los cuidaba y mimaba como una madre. Algunos religiosos protestaron,
pues infringía la clausura y la paz. "la caridad esta
por encima de la clausura", contestaba Martín. Sus rudimentarias
medicinas, y más aún sus manos, obraban curaciones
y milagros. Su caridad se extendía a los pobres animalitos
que encontraba hambrientos y heridos. Había muchos vagabundos
en Lima. Buscó dinero y fundó el Asilo de Santa Cruz
para niños. Allí les cuidaba y enseñaba una
profesión.
Sus devociones preferidas eran: Cristo Crucificado, y en recuerdo
de los sufrimientos de Cristo en la Cruz se daba tres disciplinas
diarias. Otra devoción era la de Jesús Sacramentado,
y pasaba horas ante el Santísimo con frecuentes éxtasis,
la devoción a la Virgen María -sobre todo bajo la
advocación del Rosario- con la que conversaba amorosamente
y la devoción al ángel de la guarda, al que acudía
con mucha frecuencia. Luchaba tenazmente contra el sueño
en la oración.
Cuando la viruela empezó a causar estragos en Lima, la actividad
y los cuidados de Martín se multiplicaron. Todos acudían
a él. Todos le tenían por santo. Era el ángel
de Lima. Aquel esfuerzo sobrehumano llegó a debilitarle peligrosamente.
Cayó enfermo. El sabía que no saldría de aquella
enfermedad. Cuando vio que se acercaba el momento de su muerte,
pidió a los religiosos que le rodeaban que entonasen el Credo.
Mientras lo cantaban, entregó su alma a Dios. Era el 3 de
noviembre de 1639.
Su muerte causó profunda conmoción en la ciudad. Había
sido el hermano y
enfermero de todos, singularmente de los más pobres. Todos
se disputaban por conseguir alguna reliquia. Toda la ciudad le dio
el último adiós.
Su culto se ha extendido prodigiosamente. Gregorio XVI lo declaró
Beato el año de 1837. Fue canonizado por Juan XXIII en 1962.
Recordaba el Papa -en la homilía de la canonización-
las devociones en que se había distinguido el nuevo Santo:
SU PROFUNDA HUMILDAD que le hacía considerar a todos superiores
a él, su celo apostólico, y sus continuos desvelos
por atender a enfermos y necesitados, lo que le valió, por
parte de todo el pueblo, el hermoso apelativo de "Martín
de la caridad".
Se venera en el Templo Parroquial de La Guancha.
Santa Cecilia, virgen y mártir
Sta. Cecilia es una de las santas a la que más relieve ha
dado la Liturgia, el arte y la piedad popular. Pertenecía
a una ilustre familia de los Cecilios Metelos. Se cree que era ya
cristiana desde muy niña, y que, desde muy niña también,
consagró a Cristo su virginidad.
Un Obispo medieval, Adhelmo, en su libro "VIRGINITATE",
llega a decir que Sta. Cecilia es la segunda entre las vírgenes,
después de la Madre de Dios, pues guardó la virginidad
aún siendo desposada.
Sus padres habían dispuesto la boda de Cecilia con Valeriano,
de la noble familia de los Valerios. Cecilia tenía consagrada
a Dios su virginidad, pero consiente en los desposorios con la esperanza
de convertir a Valeriano, y así ser más libre para
consagrarse y servir al Señor.
Mientras tocaba el órgano y armonizaba el festín nupcial,
la virgen Cecilia cantaba al Señor dentro de su corazón:
"HAZ, SEÑOR, MI CORAZON Y MI CUERPO INMACULADOS, PARA
QUE NUNCA SEA CONFUNDIDA".
Cuando quedan solos los esposos, la esposa advierte a Valeriano
que no la puede tocar, que hay un ángel vigilante entre sus
cuerpos "un ángel que acerca sus almas y separa sus
brazos". Valeriano muestra interés por verlo.
Cecilia le dice que lo verá cuando sea puro. Inmediatamente
va a la Vía Appia a oír las enseñanzas del
Obispo Urbano, ayudante del Papa Eleuterio, según las indicaciones
que le ha hecho Cecilia.
Valeriano acude ante el Obispo, recibe el bautismo y ve al ángel,
como le había prometido Cecilia. Convierte a su hermano Tiburcio.
Los tres son condenados a morir el año 178, en la persecución
de Marco Aurelio, por profesar su fe públicamente.. Los hermanos
son degollados y a Cecilia le conceden sufrir el martirio en su
casa, en la sala de baño. Como el vapor asfixiante la respeta,
ha de intervenir el verdugo con la espada. Este no logra su propósito
y la deja moribunda, con un tajo en el cuello.
La santa logra todavía hacer, con señas, profesión
de su fe en Dios Uno y Trino. "ESTA VIRGEN GLORIOSA, -se nos
dice-, LLEVABA SIEMPRE EL EVANGELIO SOBRE SU PECHO, Y NI DE DÍA
NI DE NOCHE INTERRUMPÍA LOS DIVINOS COLOQUIOS". Sta.
Cecilia -como narra la parábola del Evangelio- fue una de
las vírgenes prudentes, que esperaron al Esposo celeste con
la lámpara encendida y con el aceite de reserva: "LA
LÁMPARA DE LA FE QUE ELLA ALIMENTABA CADA DIA LEYENDO LA
SGDA. ESCRITURA Y ESCUCHANDO A LOS MINISTROS DE DIOS".
El cuerpo virginal fue depositado en las catacumbas de San Calixto.
En el siglo IX fue trasladado a la Basílica romana de Sta.
Cecilia in Trastévere, y en 1599 fue visto incorrupto. Sta.
Cecilia es patrona de los músicos y su vida nos enseña
que el uso de los instrumentos y aun
de la misma Liturgia no tienen como fin primordial la satisfacción
de los sentimientos humanos, sino LA GLORIA DE DIOS.
Se venera en el Templo Parroquial de San José y Ermita de
Coromoto.
San Felipe Neri, presbítero (1515-1595)
Nació en Florencia en 1515. Fue sencillo, ingenioso, alegre,
extático, imprevisible, músico, poeta, extravagante
y humorista. El hermano Zboni riñó un día a
Felipe porque reía a carcajadas leyendo "las bromas
del cura Arlotto", diciéndole: "Los sacerdotes
no deben reir ruidosamente". "El Señor es bueno,
contestó Felipe. ¿Cómo no va a alegrarse de
que sus hijos nos riamos? La tristeza nos hace doblar el cuello
y no nos permite mirar al cielo. Debemos combatir la tristeza, no
la alegría".
Le
llamaban desde niño "Felipín el bueno",
por su piedad, dulzura y amabilidad.
En medio del paganismo que imperaba en el ambiente renacentista
romano, Felipe entrega todos sus haberes a los pobres, mientras
él ayuna a pan y agua. Pasa los días en obras de caridad,
y las noches en las catacumbas de San Sebastián, entregado
a la oración y a la penitencia. Alcanza altísima oración.
Sus éxtasis duran horas y a veces se le oye clamar:¡Basta,
Señor, basta! ¡Detén el torrente de tu amor!
Ante esa vida angelical poco podían hacer los asaltos del
mal. Con todo, le gustaba rezar así: "Señor,
no te fíes de mi. Señor, ten de tu mano a Felipe,
que, si no, un día, como Judas, te traicionará".
Funda una cofradía para atender a pobres y peregrinos. Visita
cárceles y hospitales. Busca sobre todo a los niños
y a los jóvenes. En 1551 se ordena sacerdote por obediencia.
Por toda Roma derrama sus caridades, sus fervores, su alegría
contagiosa, la certeza de que hay más alegría en la
virtud que en el pecado. Es proverbial su don de lágrimas,
y de hacer milagros. En el tribunal de la penitencia conseguía
conversiones maravillosas.
Todos los Papas y Príncipes acudían a él. Su
obra definitiva fue la fundación del Oratorio, para instruir
y entretener a niños y jóvenes. "Sed buenos...
Si podéis, les decía comprensivo. Con tal de no ofender
a Dios, podéis cortar leña sobre mis espaldas".
Desde el Oratorio extendía el bien a todas partes.
Murió en 1595. Era la noche de Corpus y se fue a acabar la
fiesta al cielo. Sus restos descansan en la "Chiesa Nuova"
de Roma. Fue canonizado por Gregorio XV en 1622.
Se venera en el Templo Parroquial de La Vera.
San Vicente, diácono y mártir
(+304)
San Vicente era un diácono español, y su martirio
se hizo tan famoso que San Agustín le dedicó cuatro
sermones. Era diácono o ayudante del Obispo de Zaragoza,
España, San Valerio. Como el Obispo tenía dificultades
para hablar bien, encargaba a Vicente la predicación de la
doctrina cristiana. 
El Emperador Diocleciano decretó la persecución contra
los cristianos y el gobernador Daciano hizo poner presos al Obispo
Valerio y a su secretario Vicente. Les ofrecieron muchos regalos
y premios si dejaban la religión de Cristo. Vicente dijo:
"Estamos dispuestos a padecer todos los sufrimientos posibles,
con tal de permanecer fieles a la religión de Nuestro Señor
Jesucristo". Entonces Daciano desterró al Obispo y se
dedicó a hacer sufrir a Vicente las más espantosas
torturas. El primer martirio fue un tormento llamado: "el potro",
que consistía en amarrarle cables a los pies y a las manos
y tirar en cuatro direcciones distintas al mismo tiempo. Vicente,
fiel a su nombre que significa "valeroso", aguantó
este terrible suplicio rezando y sin dejar de proclamar su amor
a Jesucristo.
El segundo tormento fue apalearlo. El cuerpo de Vicente quedó
masacrado y envuelto en sangre. Pero siguió declarando que
no admitía más dioses que el Dios verdadero, ni más
religión sino la de Cristo.
Y vino el tercer tormento: la parrilla al rojo vivo. Lo extendieron
sobre una parrilla calientísima erizada de picos al rojo
vivo. Los verdugos echaban sal a sus heridas. Vicente no hacía
sino alabar y bendecir a Dios. San Agustín dice: "El
que sufría era Vicente, pero el que le daba tan grande valor
era Dios".
Dios cuando manda una pena, concede también el valor para
sobrellevarla.
El tirano mandó que lo llevaran a un oscuro calabozo cuyo
piso estaba lleno de vidrios cortantes y que lo dejaran amarrado
y de pie hasta el día siguiente para seguirlo atormentando.
El poeta Prudencio dice: "El calabozo era un lugar más
negro que las mismas tinieblas; era una noche eterna donde nunca
penetraba la luz".
Pero a medianoche el calabozo se llenó de luz. A Vicente
se le soltaron las cadenas. El piso se cubrió de flores.
Se oyeron músicas celestiales. Y una voz le dijo: "Ven
valeroso mártir a unirte en el Cielo con el grupo de los
que aman a Nuestro Señor". Al oír este hermoso
mensaje, San Vicente murió de emoción. El car celero
se convirtió al Cristianismo, y el perseguidor lloró
de rabia al día siguiente, al sentirse vencido por este valeroso
diácono.
Se venera en la Ermita de Las Rosas.
San Juan Evangelista
El discípulo amado
SAN JUAN el Evangelista, a quien se distingue como "el discípulo
amado de Jesús" y a quien a menudo le llaman "el
divino" (es decir, el "Teólogo") sobre todo
entre los griegos y en Inglaterra, era un judío de Galilea,
hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor, con quien desempeñaba
el oficio de pescador.
Junto con su hermano Santiago, se hallaba Juan remendando las redes
a la orilla del lago de Galilea, cuando Jesús, que acababa
de llamar a su servicio a Pedro y a Andrés, los llamó
también a ellos para que fuesen sus Apóstoles. El
propio Jesucristo les puso a Juan y a Santiago el sobrenombre de
Boanerges, o sea "hijos del trueno" (Lucas 9, 54), aunque
no está aclarado si lo hizo como una recomendación
o bien a causa de la violencia de su temperamento.
Se dice que San Juan era el más joven de los doce Apóstoles
y que sobrevivió a todos los demás. Es el único
de los Apóstoles que no murió martirizado. 
En el Evangelio que escribió se refiere a sí mismo,
como "el discípulo a quien Jesús amaba",
y es evidente que era de los mas íntimos de Jesús.
El Señor quiso que estuviese, junto con Pedro y Santiago,
en el momento de Su transfiguración, así como durante
Su agonía en el Huerto de los Olivos. En muchas otras ocasiones,
Jesús demostró a Juan su predilección o su
afecto especial. Por consiguiente, nada tiene de extraño
desde el punto de vista humano, que la esposa de Zebedeo pidiese
al Señor que sus dos hijos llegasen a sentarse junto a Él,
uno a la derecha y el otro a la izquierda, en Su Reino.
Juan fue el elegido para acompañar a Pedro a la ciudad a
fin de preparar la cena de la última Pascua y, en el curso
de aquella última cena, Juan reclinó su cabeza sobre
el pecho de Jesús y fue a Juan a quien el Maestro indicó,
no obstante que Pedro formuló la pregunta, el nombre del
discípulo que habría de traicionarle. Es creencia
general la de que era Juan aquel "otro discípulo"
que entró con Jesús ante el tribunal de Caifás,
mientras Pedro se quedaba afuera. Juan fue el único de los
Apóstoles que estuvo al pie de la cruz con la Virgen María
y las otras piadosas mujeres y fue él quien recibió
el sublime encargo de tomar bajo su cuidado a la Madre del Redentor.
"Mujer, he ahí a tu hijo", murmuró Jesús
a su Madre desde la cruz. "He ahí a tu madre",
le dijo a Juan. Y desde aquel momento, el discípulo la tomó
como suya. El Señor nos llamó a todos hermanos y nos
encomendó el amoroso cuidado de Su propia Madre, pero entre
todos los hijos adoptivos de la Virgen María, San Juan fue
el primero. Tan sólo a él le fue dado el privilegio
de llevar físicamente a María a su propia casa como
una verdadera madre y honrarla, servirla y cuidarla en persona.
Gran testigo de la Gloria del Maestro
Cuando María Magdalena trajo la noticia de que el sepulcro
de Cristo se hallaba abierto y vacío, Pedro y Juan acudieron
inmediatamente y Juan, que era el más joven y el que corría
más de prisa, llegó primero. Sin embargo, esperó
a que llegase San Pedro y los dos juntos se acercaron al sepulcro
y los dos "vieron y creyeron" que Jesús había
resucitado.
A los pocos días, Jesús se les apareció por
tercera vez, a orillas del lago de Galilea, y vino a su encuentro
caminando por la playa. Fue entonces cuando interrogó a San
Pedro sobre la sinceridad de su amor, le puso al frente de Su Iglesia
y le vaticinó su martirio. San P edro,
al caer en la cuenta de que San Juan se hallaba detrás de
él, preguntó a su Maestro sobre el futuro de su compañero:
«Señor, y éste, ¿qué?» (Jn
21,21)
Jesús le respondió: «Si quiero que se quede
hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme.»
(Jn 21,22)
Debido a aquella respuesta, no es sorprendente que entre los hermanos
corriese el rumor de que Juan no iba a morir, un rumor que el mismo
Juan se encargó de desmentir al indicar que el Señor
nunca dijo: "No morirá". (Jn 21,23).
Después de la Ascensión de Jesucristo, volvemos a
encontrarnos con Pedro y Juan que subían juntos al templo
y, antes de entrar, curaron milagrosamente a un tullido. Los dos
fueron hechos prisioneros, pero se les dejó en libertad con
la orden de que se abstuviesen de predicar en nombre de Cristo,
a lo que Pedro y Juan respondieron: «Juzgad si es justo delante
de Dios obedeceros a vosotros más que a Dios. No podemos
nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído.»
(Hechos 4:19-20)
Después, los Apóstoles fueron enviados a confirmar
a los fieles que el diácono Felipe había convertido
en Samaria. Cuando San Pablo fue a Jerusalén tras de su conversión
se dirigió a aquellos que "parecían ser los pilares"
de la Iglesia, es decir a Santiago, Pedro y Juan, quienes confirmaron
su misión entre los gentiles y fue por entonces cuando San
Juan asistió al primer Concilio de Apóstoles en Jerusalén.
Tal vez concluido éste, San Juan partió de Palestina
para viajar al Asia Menor.
San Ireneo, Padre de la Iglesia, quien fue discípulo de San
Policarpo, quién a su vez fue discípulo de San Juan,
es una segura fuente de información sobre el Apóstol.
San Ireneo afirma que este se estableció en Efeso después
del martirio de San Pedro y San Pablo, pero es imposible determinar
la época precisa. De acuerdo con la Tradición, durante
el reinado de Domiciano, San Juan fue llevado a Roma, donde quedó
milagrosamente frustrado un intento para quitarle la vida. La misma
tradición afirma que posteriormente fue desterrado a la isla
de Patmos, donde recibió las revelaciones celestiales que
escribió en su libro del Apocalipsis.
Después de la muerte de Domiciano, en el año 96, San
Juan pudo regresar a Efeso, y es creencia general que fue entonces
cuando escribió su Evangelio. El mismo nos revela el objetivo
que tenía presente al escribirlo. "Todas estas cosas
las escribo para que podáis creer que Jesús es el
Cristo, el Hijo de Dios y para que, al creer, tengáis la
vida en Su nombre". Su Evangelio tiene un carácter enteramente
distinto al de los otros tres y es una obra teológica tan
sublime que, como dice Teodoreto, "está más allá
del entendimiento humano el llegar a profundizarlo y comprenderlo
enteramente". La elevación de su espíritu y de
su estilo y lenguaje, está debidamente representada por el
águila que es el símbolo de San Juan el Evangelista.
También escribió el Apóstol tres epístolas:
a la primera se le llama Católica, ya que está dirigida
a todos los otros cristianos, particularmente a los que él
convirtió, a quienes insta a la pureza y santidad de vida
y a la precaución contra las artimañas de los seductores.
Las otras dos son breves y están dirigidas a determinadas
personas: una probablemente a la Iglesia local, y la otra a un tal
Gayo, un comedido instructor de cristianos. A lo largo de todos
sus escritos, impera el mismo inimitable espíritu de caridad.
No es éste el lugar para hacer referencias a las objeciones
que se han hecho a la afirmación de que San Juan sea el autor
del cuarto Evangelio.
San Juan murió pacíficamente en Efeso hacia el tercer
año del reinado de Trajano, es decir hacia el año
cien de la era cristiana, cuando tenía la edad de noventa
y cuatro años, de acuerdo con San Epifanio.
Se venera en el Templo Parroquial de La Guancha.
San Francisco de Asís
Nació el año de 1182 en Asís. Fue hijo de
Pedro Bernardone y de Mona Pica. Hasta los 24 años llevó
una vida muy disipada. Un día cayó enfermo y decidió
cambiar, pero pronto lo olvidó. Por designios eternos, a
San Francisco le cupo la dicha de iniciar la reforma de la Iglesia.
Entró un día en la Iglesia de San Damián, y
oyó la voz de Cristo a través de un crucifijo, diciéndole:
"Francisco, repara mi Iglesia, que, como ves, amenaza ruina".
El creía que se trataba de aquella Iglesia material y casi
derruida y él se dispuso de inmediato a la tarea. Pero no
era esa tarea la que El le encomendaba, sino otra más difícil
y mejor, de gran trascendencia: reparar la Iglesia Espiritual de
Cristo que en aquel tiempo amenazaba ruina. ¿Cómo
lo hizo? Con humildad y oración. A partir de aquel entonces
Francisco ya no sería el mismo.
Su padre, al ver su cambio, lo recoge y lo encierra en casa. Francisco
tira por la ventana los paños de su padre, que lo arrastra
ante el Obispo para castigarle. Y Francisco dice: "en adelante
sólo diré, `Padre Nuestro que estás en los
Cielos', no padre Bernardone', pues le devuelvo dinero y vestidos".
Y se marchó.
Su vocación se le aclaró en la fiesta de San Matías.
Al oír en el Evangelio que los servidores de Cristo no debían
poseer oro ni plata, ni alforja, ni calzado ni dos túnicas,
exclamó: "esto es lo que yo buscaba y lo que quiero
cumplir". Y se decidió a seguir en todo al pie de la
letra el Evangelio y los pasos de Nuestro Señor. Le siguieron
discípulos y una noble doncella, Clara.
Este fue el mensaje de Francisco: reproducir en todo la vida de
Jesús, vivir su pobreza, imitar sus pasos y doctrinas. "el
mismo dios me Reveló, -dice su Testamento- que debía
vivir según la norma del santo Evangelio". Según
las "Florecillas", Cristo quiso renovar su Vida y Pasión
en Francisco. El eligió doce compañeros como Jesús,
y al morir mandó traer unos panes, los bendijo y repartió.
Comenzó en Greccio la devoción del "Pesebre".
En 1224 un ángel seráfico le imprime con indescriptible
hermosura las cinco llagas de las manos, pies y del costado de Cristo,
viviendo sus últimos años una vida realmente crucificada.
Tuvo gran amor a la Virgen, amor que extendió a todos los
hombres. Mimaba a los enfermos y besaba a los leprosos. Ampliaba
también el amor a los animales y les hablaba con cariño.
Vivía y recomendaba la oración prolongada, la obediencia,
la hospitalidad, la alegría -¡la perfecta alegría!-,
la humildad, hasta el punto de no querer pasar de diácono.
Era enemigo de discutir y le rogaba a Dios: "¡SEÑOR,
HAZME INSTRUMENTO DE TU PAZ!" Amaba sobre todo a la santísima
pobreza, la Dama Pobreza, tanto que pidió al Papa en Roma
les concediera ese género de vida.
Casi ciego ya por la mucha penitencia y continuó llorar,
vio que le llegaba la
muerte. "sea bienvenida mi hermana la muerte", exclamó.
Murió en la Porciúncula, el 4 de octubre de 1226,
a los 44 años de edad. Fue canonizado dos años después
en Asís por Gregorio IX. Dos años más tarde
fueron trasladados sus restos a su Basílica, tan hermosamente
decorada por los frescos de Giotto.
Se venera en el Templo Parroquial de La Guancha.

|
|
|