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Ponemos a continuación una breve reseña de la vida de los santos que se veneran en nuestras parroquias de El Dulce Nombre de Jesús de la Guancha y de San José de San Juan de La Rambla.
Dios ha ido ofreciendo a nuestras comunidades "el ejemplo de su vida, la ayuda de su intercesión y la participación en su destino"

San José, Esposo de la Virgen María

San José era una figura sencilla y humilde, silenciosa y pobre en apariencia, pero Dios le ha encomendado una misión única y maravillosa. Este hombre del silencio es un hombre aparte, aun en medio de los bienaventurados.
Era de estirpe real, de la familia de David. Dios le muestra un amor preferencial, y él responde sereno, fiel y agradecido. José "varón justo", era un verdadero israelita en el que no había engaño. El va conociendo, una vez que reúne todas las maravillas de la creación, "la hija de las complacencias del Padre", "el paraíso del Espíritu Santo", "la Madre virgen del Verbo hecho carne". Y él es el esposo de María, esposo virgen como Ella, con derecho a una santa e inefable ternura, que era para él una gloria celeste. José acepta esta dignidad y la ejerce desde la discreción y el silencio. Con ser esto mucho, la gloria del humilde José es todavía más alta. Además de esposo de María, y por serlo, José es padre legal de Jesús.
Un momento difícil y clave en la vida de José fue el descubrir la maternidad de María. Son las llamadas "dudas de José". Entonces interviene el ángel. Le dice que no debe marcharse, le confirma el misterio y le da a conocer su misión con respecto al Mesías.
José cumplió fielmente su misión como esposo de María y padre de Jesús. Fue digno de custodiar los más ricos tesoros del cielo y de la tierra. Hoy sigue protegiendo a la Iglesia como Patrono Universal. José, feliz entre todos los hombres, murió en brazos de la Madre de Dios, y Dios mismo cerró sus ojos. Es patrono de la buena muerte.
Hacer de tu hogar un lugar alegre y santo con tu buen ejemplo.
Se venera en el Templo Parroquial de San José, de la Guancha y en la Ermita de Coromoto.

SAN PEDRO

Era pescador en el lago Tiberíades o de Galilea. Nació en Betsaida, una aldea campesina y marinera situada al lado del Lago de Genesareth. Se llamaba Simón y era hijo de Jonás. Su hermano Andrés fue también apóstol como él y discípulo de Juan el Bautista. Quizá heredó de su padre Jonás la rudeza de su carácter y la prontitud de su genio. Lo cierto es que Pedro, como nos lo presenta el Nuevo Testamento, era vehemente y franco, un tanto presumido y un poco infantil en sus reacciones. Fue un hombre también espontáneo, generoso, con absoluta confianza en su Maestro.
En el primer encuentro de Pedro con Jesús ya queda al descubierto, por una parte, la amistad no disimulada del Maestro, y por otra, la entrega sin reservas de Pedro a su servicio o compañía. Fue constituido por Cristo como cabeza de su Iglesia, ocupando siempre el primer puesto en el Colegio de los Apóstoles. En los principales misterios fue su compañero y su testigo.
Después de la Ascensión del Señor vivió por algún tiempo en Jerusalén, hacia el año 50. Fue considerado el primer Papa de la Iglesia y en el año 67, de la era cristiana, sufre el martirio bajo Nerón dando generosamente su vida por Cristo. Bien pudo cantar el poeta: "Pedro es el primero en creer y el primero en amar; el primero de los Apóstoles que ve al Señor resucitado; el primero que confirma la fe con un milagro; el primero que convierte a los judíos, el primero que recibe a los gentiles en la Iglesia; el primero en todo".
Entre los más fanáticos perseguidores de los cristianos de Jerusalén, sobresalía un helenista de Tarso, por nombre Saulo, discípulo del célebre rabino Gamaliel, que después sería el gran apóstol de los gentiles, SAN PABLO, cuya memoria se uniría siempre a la del príncipe de los apóstoles. Era un hombre culto que hablaba griego. No sabemos exactamente cuándo nació y es casi seguro que no conoció a Jesús durante su vida mortal. San Pablo fue un hombre nuevo después de su caída en el camino de Damasco. Y como todos los convertidos, el fuego le quemaba las entrañas y se sintió forzado a comunicarlo a todo el mundo. Acompañado por Bernabé, emprendió tres largos viajes famosísimos y ganó para Cristo muchas almas en Asia Menor, Creta, Macedonia, Grecia, etc. Fundó iglesias en los más importantes sitios del mundo romano.
Su tumba permanece en Roma; motivando la fiesta de hoy, grande para Roma, para el sucesor de Pedro en el Vaticano y para toda la Iglesia de Cristo, Una, Santa, Universal y Católica.
Se venera en el Templo Parroquial de la Guancha.

San Isidro Labrador (1070-1130)

El Patrono de Madrid nación en lo que es ahora la capital de España. Sus padres, al no poder enviarlo a la escuela, se encargaron ellos mismos de inculcarle sus escasos conocimientos, junto con el horror del pecado y el amor a la oración. Isidro se casó con una muchacha pobre, tan buena como él; pero después del nacimiento de su primer hijo, que murió en la infancia, ambos decidieron servir a Dios en continencia perfecta. Con su santidad y heroísmo salió del oscuro anonimato que rodea a los humildes hombres del campo. Su vida fue un modelo de perfección cristiana en el mundo.
Sencillo labrador, trabajó la tierra de sol a sol durante toda su vida y murió en la pobreza. Una leyenda nos narra que Isidro, muy temprano, solía ir a Misa antes de comenzar a arar la tierra y que, mientras tanto, llegaban los ángeles para suplirlo en su labor hasta que terminaba la Eucaristía. Mientras araba, sembraba y cosechaba, elevaba sus pensamientos hacia Dios. Los teólogos modernos llaman a esto "ejercicio de la presencia de Dios"; afirman que el alma, con un poco de práctica, logra dirigir la atención simultáneamente a dos cosas diferentes: el trabajo diario y el pensamiento en Dios presente en todas las cosas. Isidro aprendió este arte y lo ejerció de manera muy particular. Toda su vida fue una unión con el Amor de Dios. San Isidro era muy generoso con los pobres; con frecuencia los invitaba a su mesa y reservaba para sí los restos de la comida.
Murió el año de 1130, a la edad de 60 años. Su esposa, que le sobrevivió varios años, alcanzó también el honor de los altares. Su culto se popularizó mucho por los milagros que el santo obró en Madrid. La familia real de España, promovió ardientemente la causa de San Isidro, quien fue canonizado en marzo de 1622, junto con San Ignacio, San Francisco Javier, Santa Teresa y San Felipe Neri. En España se les llama, desde entonces, "los cinco santos".
Se venera en el Templo Parroquial de La Guancha.

Santa Teresa del Niño Jesús

Nació en Alençon el 2 de enero de l873, siendo la última de nueve hermanos, de los cuales sobrevivieron solamente cinco. Una hermana fue Visitandina, Teresa y las otras tres fueron carmelitas en el convento de Lissieux.
Sus padres, Luis y Celia, que desearon ser religiosos, no pudieron conseguirlo por enfermedad, pero transmitieron a sus hijas la vocación.
Estando por cumplir 14 años, durante la noche de Navidad le sucedió lo que ella llamaría "la noche de mi conversión". A los 15 años de edad empleó todo su empeño en ingresar en el Carmelo. Fue una lucha titánica ya que no le permitían ingresar tan joven. Yendo con su padre en una peregrinación a Roma se atrevió a pedirle al Papa León XIII que le concediera esta gracia. El Papa le dió esperanzas. Entró a los 15 años y 3 meses de edad.
Ya en el Carmelo escribió por obediencia su autobiografía, "Historia de un Alma", un regalo impagable para la humanidad. Teresa de Lissieux, con su bondad y dulzura, y su autobiografía, con su estilo lírico, pueden dar la impresión de una personalidad débil y acaramelada. Pero una mirada más atenta descubre un alma gigante, una voluntad y un carácter indomables.
El mensaje de Teresa es maravilloso: "he venido a salvar a las almas y a rogar por los sacerdotes. Como Moisés en la montaña, rezo por los que combaten". Deseó ir al Carmelo de Saigón. Pero, sin salir de su convento, es la Copatrona de las misiones, junto con San Francisco Javier.
El Kempis y San Juan de la Cruz eran sus lecturas preferidas, pero luego se limita a la Sagrada Escritura. "JESÚS -dice-será mi guía y único director".
Una vez de niña, dijo: "yo lo escojo todo. Igualmente ahora: no quiero ser santa a medias. Sólo una cosa me asusta: conservar mi voluntad". Quería serlo todo. San Pablo le da la solución: "el amor encierra todas las Vocaciones". Y Teresa clamó: "mi vocación es el amor. En el corazón de la Iglesia, mi madre, yo seré el amor. Así lo seré todo".
Después piensa que, más que querer ser santa, como tarea personal, ahora su tarea será dejar hacer a Dios, vivir la confianza y el abandono en sus manos, ofrecerse como víctima al amor misericordioso. No se desanima ante las propias imperfecciones. Descubre el camino de la infancia espiritual. Desea ir al cielo en el ascensor de los brazos de Dios, ser como un juguete del Niño Jesús. Practica las pequeñas virtudes, como sonreír a una anciana difícil. Enseña a las novicias a VIVIR EL HOY.
Teresa cargó valerosamente con la cruz: la enfermedad de su padre, incomprensiones en el convento, dudas de fe, aridez espiritual, el terrible frío invernal de Normandía. Uno de los momentos cumbres de su vida es cuando descubre con gozo su enfermedad mortal, diciendo estas palabras:. "el Esposo Divino vendrá pronto a buscarme, pero no le temo, al contrario... "quiero pasar el Cielo haciendo bien a la tierra". La vida de Teresa fue una "existencia teológica". La Teresa celestial fue ocupando paso a paso a la terrestre, hasta vaciarla. Sus últimas palabras fueron: "DIOS MÍO, OS AMO". Murió el 30 de septiembre de l897 a los 24 años. Fue canonizada por el Papa Pío XI el Año Santo de 1925.
Se venera en el Templo Parroquial de La Guancha

Santo Domingo, presbítero(1170-1221)

Nació en Caleruega (España), alrededor del año de 1170. Estudió Teología en Palencia y fue nombrado canónigo de la Iglesia de Osma. Con su predicación y con su vida ejemplar combatió con éxito la herejía albigense. Con los compañeros que se le adhirieron en esta empresa fundó la Orden de Predicadores. Los hermanos predicadores recibieron una aceptación entusiasta entre el pueblo, y resistencia entre algunos miembros del clero, quienes veían la renuncia completa al mundo de estos hombres y de los hijos de San Francisco, como un constante reproche contra su propio modo de vivir.
Domingo envió a sus hermanos en todas direcciones: a Madrid, París, Roma, etc., con una confianza absoluta en el apoyo de la Divina Providencia. La fundación de sesenta monasterios son el fruto de estos cuatros años: en Italia, Austria, Hungría y varios países del Este. Desde luego, que junto con el crecimiento del número de las fundaciones nuevas y con la distancia del primer monasterio, crecieron también los esfuerzos por moderar calladamente el principio de la pobreza.
A la luz de una constante renovación interior, resplandeció en su vida el espíritu de penitencia. Domingo acostumbraba permanecer arrodillado largas horas ante el Santísimo Sacramento, mientras sus hermanos ya se habían retirado a descansar, y castigaba su extenuado cuerpo con rigurosas disciplinas por los pecados ajenos. El efecto que causaban sus sermones y el poder de su personalidad, hubieran sido imposibles sin esa constante plática con Dios.
La obra del santo estaba casi organizada, cuando el 6 de agosto de 1221 Domingo murió. Solamente trece años después fue canonizado.
Se venera en el Templo Parroquial de Santo Domíngo de La Guancha.

San Sebastián, mártir (+304)

Fue jefe de los guardias imperiales de Diocleciano. Se preocupaba por sus hermanos, los pobres y los encarcelados y les llevaba la Eucaristía. Se le condenó a morir como soldado, es decir, pasado por las armas de los arqueros. Las flechas no lo mataron. Pasado el tiempo fue condenado a morir a palos.

Santa Rita de Casia( 1381-1457)

Desde su niñez quiso ser monja, pero sus padres querían que se casara. Aceptó por obediencia y la casaron con un hombre brutal y descreído, del cual tuvo dos hijos a los que educó cristianamente. Su matrimonio duró 18 años en los que fue modelo de paciencia y bondad lo que ablandó el corazón de su esposo antes que muriera asesinado. Tiempo después murieron sus hijos y ella decidió entrar al convento de las agustinas de Casia, pero no la aceptaron porque era viuda. Por su insistencia y rezos logró que la admitieran y vivió ahí dedicada a la oración y penitencia. Ofreció sus sufrimientos a Cristo y como marca de ello llevó en su frente una llaga abierta que despedía mal olor, por lo que se alejó de la comunidad confinándose a un lugar apartado del convento hasta su muerte en olor a santidad. Santa Rita es la abogada de las causas imposibles y desde su canonización en 1900 por el Papa León XIII ha crecido mucho el número de sus devotos.
Se venera en el Templo Parroquial de La Guancha.

Santa Isabel de Hungría

Entre las flores de santidad que por el carisma de San Francisco crecieron en todo el mundo, la más bella flor de Alemania fue Sta. Isabel. Desde la edad de 4 años fue declarada novia del príncipe Ludovico de Turingia. En tan tierna edad dejó su patria y fue entregada a la custodia de su futura suegra, la princesa Sofía. Fue hija del rey de Hungría y nació el año 1207.
Una característica de la pequeña Isabel era su amor a Jesús Sacramentado, ante Quien se postraba frecuentemente en la capilla del Castillo de Wartburg. Desde niña, también acostumbraba llevar a sus compañeros de juegos a rezar a la capilla; repartía su merienda entre los niños pobres y no quería llevar corona de perlas viendo a Jesús con espinas. A los 15 años se casó con el príncipe, que entonces contaba con 21 años de edad.
Este matrimonio fue inmensamente feliz, pero desgraciadamente duró muy poco tiempo. A los seis años de casados, el esposo se unió a los caballeros de una cruzada para rescatar la Tierra Santa del poder de los musulmanes, y murió a consecuencia de una fiebre maligna que contrajo el año de 1227. Isabel, con sus tres niños pequeños, recibió la noticia de la muerte de su esposo y lloró tristemente.
Ludovico, junto con su esposa, habían purificado el ambiente feudal de su territorio y habían hecho justicia a los pobres campesinos explotados por los nobles.
Al dejarlo todo por amor a Cristo pobre, cumplió el Evangelio al pie de la letra. Su confesor, ciertamente bien intencionado, quiso llevarla por el camino de una obediencia extraordinaria, a una amistad íntima con Cristo, al
ejemplo de San Francisco y Sta. Clara. Asimismo, confirmó la heróica caridad de Isabel. Una vez le preguntaron cómo dar limosnas, si no se tenía dinero, y
contestó:
"Siempre tenemos dos ojos para ver a los pobres, dos oídos para escucharlos, una lengua para consolarlos y pedir por ellos, dos manos para ayudarlos y un corazón para amarlos". Y ella practicaba lo que aconsejaba.
Isabel tenía un corazón extraordinariamente compasivo. Sentía en carne propia no sólo los sufrimientos de Cristo, sino también los de cada ser humano explotado, marginado, enfermo y sumido en la detestable miseria de aquellos tiempos.
El amor y la penitencia la habían agotado en plena juventud. Tenía 24 años cuando el Señor se la llevó al Paraíso, el año 1231. Cuatro años más tarde Sta. Isabel era canonizada por Gregorio IX.
Se venera en el Templo Parroquial de La Vera.

San Jorge, mártir (+ 303)

"El Megalomártir", "el gran Mártir", le llaman los griegos. El defensor de la Iglesia, el portaestandarte de la fe, el defensor de los perseguidos e inocentes, el Patrón de los Cruzados y de varias ciudades españolas... Todo esto es el glorioso mártir que hoy celebramos.
Se cree que nació en Palestina, en la ciudad de Lidda o en Mitilene, allá por el año 280. Sus padres eran fervorosos cristianos y emparentados con la alta aristocracia del país. Era un joven bien plantado: alto, elegante, fuerte, simpático... Abrazó la carrera más noble de aquellos tiempos, la militar y todo le sonreía hasta que un día... allá en los inicios del siglo IV llegó a Nicodemia el terriblemente duro emperador Diocleciano, con la satánica idea de hacer desaparecer a los cristianos. Dictó leyes terriblemente duras contra los seguidores de Jesús de Nazareth. Su último edicto ordenaba arrojar a todos los militares, dignidades y cargos administrativos, si se podía probar que eran cristianos. Jorge, en medio de la plaza de la ciudad arrancó con furia el edicto y se enfrentó a Diocleciano diciéndole: "Señor, ni he cumplido ni espero cumplir de ahora en adelante cuanto habéis ordenado, por juzgarlo altamente injusto. ¿Por qué abusáis de los pobres y de las vírgenes? ¿Por qué, si hay libertad para adorar a dioses falsos, no debe haberla para adorar al único Dios verdadero?..." El emperador dictó que le atormentasen con toda clase de los más refinados instrumentos para hacerle claudicar de su fe. Pero por más que lo hicieron sufrir, la fe crecía y el valor aumentaba en el tribuno Jorge. Finalmente viendo que ninguno de aquellos tormentos acababan con él, fue decapitado.
San Jorge será el patrón de los militares valientes y de cuantos luchan por defender su fe. Fue en el año 303 cuando recibió la palma del martirio. Es patrono de los boy-scouts.
Se venera en la Ermita del Farrobo.

San Lucas Evangelista

Etim.:Del latín, Lucas, del griego, Loukas. "Portador de luz"
18 de octubre
Su símbolo es un toro o novillo
Autor del tercer Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles.
Lucas es de padres paganos, nacido en Antioquia, posiblemente fue esclavo, médico y uno de los primeros en aceptar el Evangelio, que mas tarde el mismo escribió. Según la tradición fue también pintor de la virgen.
Dirigió su mensaje a gentiles cristianos.
San Lucas viajó con San Pablo quién lo describe como "Lucas, el médico querido" (Col 4,14). En uno de esos viajes se embarcaron desde Troas a Fenicia. Otro viaje los llevó desde Fenicia a Jerusalén. Mas tarde fueron juntos a Roma, en cuyo viaje sufrieron naufragio y otros peligros.
Según la mayoría de los expertos, San Lucas escribió alrededor del año 70, probablemente durante los dos años que San Pablo estuvo preso en Cesarea (Hechos 20, 21).
Murió en Grecia y sus reliquias se encuentran en la Basílica de Santa Justina, Padua, Italia. Estudios conducidos allí en 1998 concuerdan con los datos sobre San Lucas conocidos por la tradición.
Patrón de: artistas, doctores, cirujanos, solteros, carniceros, encuadernadores, cerveceros, escultores, notarios...
Se venera en la Ermita de San Lucas de La Guancha.

San Judas Tadeo

Judas Tadeo aparece último en la lista de los doce Apóstoles de Jesucristo (Mateo 10:3, Marco 3:18). No sabemos cuando ni como entró a formar parte de los discípulos. Lucas le llama "Judas de Santiago" (Hechos 1:13). Juan aclara: "Judas, no el Iscariote" (Juan 14:22). Esta distinción es necesaria dado a que el Judas Iscariote fue quien traicionó a Jesús.
"Judas" es una palabra hebrea que significa: "alabanzas sean dadas a Dios". Tadeo quiere decir: "valiente para proclamar su fe"
El Apóstol Judas Tadeo, "el hermano de Santiago", era probablemente el hermano de Santiago el Menor, se lo menciona así por la notoriedad de Santiago en la Iglesia primitiva "¿No es éste -se preguntan maravillados los habitantes de Nazaret, ante la fama que acompaña a Jesús- el carpintero... el hermano de Santiago y de Judas?".
Después de la Ultima Cena, cuando Cristo prometió que se manifestaría a quienes le escuchasen, Judas le preguntó porqué no se manifestaba a todos. Cristo le contestó que El y su Padre visitarían a todos los que le amasen: "Vendremos a él y haremos en él nuestra morada" (Juan, 14, 22-23). No sabemos nada de la vida de San Judas Tadeo después de la Ascensión del Señor y la venida del Espíritu Santo.
Se atribuye a San Judas una de las epístolas canónicas, que tiene muchos rasgos comunes con la segunda epístola de San Pedro. No está dirigida a ninguna persona ni iglesia particular y exhorta a los cristianos a "luchar valientemente por la fe que ha sido dada a los santos. Porque algunos en el secreto de su corazón son... hombres impíos, que convierten la gracia de nuestro Señor Dios en ocasión de riña y niegan al único soberano regulador, nuestro Señor Jesucristo". Es una severa amonestación contra los falsos maestros y una invitación a conservar la pureza de la fe. Termina su carta con esta bella oración: "Sea gloria eterna a Nuestro Señor Jesucristo, que es capaz de conservarnos libres de pecados, y sin mancha en el alma y con gran alegría".
San Judas Tadeo es uno de los santos más populares a causa de los numerosos favores celestiales que consigue a sus devotos que le rezan con fe, especialmente en cuanto a conseguir empleo o casa. San Brígida cuenta en sus Revelaciones que Nuestro Señor le recomendó que cuando deseara conseguir ciertos favores los pidiera por medio de San Judas Tadeo.
Con frecuencia se ha confundido a San Judas Tadeo con el San Tadeo de la leyenda de Abgar y se ha dicho que murió apaciblemente en Beirut de Edessa. Según la tradición occidental, tal como aparece en la liturgia romana, se reunió en Mesopotamia con San Simón y que ambos predicaron varios años en Persia y ahí fueron martirizados. Existe un presunto relato del martirio de los dos Apóstoles; pero el texto latino no es ciertamente anterior a la segunda mitad del siglo VI. Dicho documento se ha atribuido a un tal Abdías, de quien se dice que fue discípulo de Simón y Judas y consagrado por ellos primer obispo de Babilonia. Según dice la antigua tradición, a San Simón lo mataron aserrándolo por medio, y a San Judas Tadeo le cortaron la cabeza con una hacha y por eso lo pintan con una hacha en la mano. Por ello, la Iglesia de occidente los celebra juntos, en tanto que la Iglesia de oriente separa sus respectivas fiestas.
Hay varias leyendas sobre San Judas Tadeo propagadas por Eusebio que son poco confiables.
El devoto debe cuidarse de no caer ciertos abusos, como la "novena milagrosa" a Judas Tadeo que ofrece al devoto grandes recompensas económicas con la condición de que se hagan copias de ella y sean enviadas a un número de personas. Esta novena raya en la superstición y está centrada mas en interés económico que en la búsqueda de la santidad.
Se venera en el Templo Parroquial de La Guancha.

Santa Catalina de Alejandría

Mártir c.306
No aparece en el calendario litúrgico después de la reforma del 1969.
Existen muchas leyendas sobre su vida. Protectora de esposas, vírgenes, niños y los que trabajan con ruedas y cuchillos.
Antes de ser decapitada, la pusieron entre dos ruedas con ganchos, con el propósito de destrozarla. Pero un rayo destruyó aquel instrumento de tortura.
Dos Iglesias romanas (S. Catalina de Funari y S. Catalina de la Rota) llevan su nombre. También tiene capilla en Sta. María Maggiore y S. Clemente.
Fue uno de los santos mas venerados desde el siglo XIII. Otras santas posteriores llevan su nombre: Catalina de Siena; de Génova, de Ricci.
Se venera en Ermita Santa Catalína de La Guancha.

Santa Rosalía (1140-1170)

Rosalía nace en Sicilia de nobles familias descendientes de Carlomagno. A los catorce años, siendo una joven bellísima, decide por inspiración divina, retirarse a escondidas de su familia, a una cueva en lo alto del monte Pellegrino. Allí pasa los últimos dieciséis años de su vida, según la leyenda, alimentada por ángeles que le llevan la Eucaristía. Es la patrona de la ciudad de Palermo donde se celebra con grandes fiestas el descubrimiento milagroso de sus reliquias cinco siglos después de su muerte.
Se venera en la Ermita de Las Rosas.

San Antonio Abad

Etim. Antonio: Floreciente.
Monje del desierto, siglo IV. Testigo radical del Evangelio
Patrón de tejedores de cestos, fabricantes de pinceles, cementerios, carniceros, animales domésticos.
Su vida fue escrita por San Atanasio.
San Antonio es un modelo de espiritualidad ascética.
Nace en Egipto, hijo de acaudalados campesinos.
Durante una celebración Eucarística escucho las Palabras de Jesús: "Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres". San Antonio entregó su hermana al cuidado de las vírgenes consagradas, vendió sus propiedades y decidió darse por completo al Señor.
Hizo vida eremítica en el desierto, junto a un cierto experto llamado Pablo. Después vivió junto a un cementerio, siendo testigo de la vida de Jesús que vence el temor a la muerte.
Organizó comunidades de oración y trabajo. Pero prefirió retirarse de nuevo al desierto. Allí logró conciliar la vida solitaria con la dirección de un monasterio. Viajó a Alejandría para apoyar la fe católica ante las herejía arriana.
Una colección de anécdotas, conocida como "apotegmas" demuestra su espiritualidad evangélica clara e incisiva.
Murió hacia el año 356, en el monte Colzim, próximo al mar Rojo. Se dice que de avanzada edad pero no se conoce su fecha de nacimiento.
Se venera en la Ermita de Coromoto.

Santo Hermano Pedro

El Santo Hermano Pedro nació el 19 de marzo de 1626 en Vilaflor, Tenerife, Islas Canarias, España. Desde muy niño aprendió las bases de la religión católica inculcada por sus padres Amador González y Ana García.
A los 24 años de edad dejó su tierra con rumbo a América llegando a la Habana, Cuba donde permaneció por un año. En 1651 salió rumbó a Guatemala, pasando por Trujillo, Honduras, y desde donde emprendió el camino a pie hasta la ciudad de Santiago de los Caballeros, Antigua Guatemala; al llegar se hinca y besando el suelo dijo: "Aquí he de vivir y morir".
Comenzó a trabajar en los telares de Don Pedro Armengol, y a estudiar en la Escuela de la Compañía de Jesús, con el deseo de ser sacerdote. En 1654 las dificultades en el estudio lo desaniman y decide abandonar La Antigua, dirigiéndose a Petapa donde entró a la iglesia para orar. Allí oye a la Virgen del Rosario que le manda volver a La Antigua. El 8 de diciembre de ese mismo año firma "El Pacto de Sangre" de defender la Inmaculada Concepción de María con el sacrificio de su propia vida.
El 10 de enero de 1655 presenta la petición para ingresar a la Orden Franciscana Seglar (Tercera Orden Franciscana) y el 11 de junio de 1656 hace su profesión en la misma, y se dedicó por completo a la iglesia del Calvario, ayudando a terminar la construcción y posteriormente en sus jardines sembró un árbol de Esquesúchil, el 19 de marzo de 1657, llamado hoy "El árbol del Hermano Pedro".
Promovió la devoción a la Virgen (Rosario cantado), la práctica del Vía Crucis, la posada navideña y otras fiestas y devociones populares.
El 24 de febrero de 1658, compra por 40 pesos la casita de María Esquivel, que actualmente son las ruinas que estan en la Posada de Belén que la convirtió en sala de enfermería por la noche e instala un Oratorio para la Virgen, que será la escuela de doctrina cristiana y primeras letras para niños y adultos analfabetos y un hospicio para forasteros sin techo. Es reconocido como el primer alfabetizador de Guatemala y bajo su nombre se condecora a los que se destacan por el trabajo por la salud. A partir de este año reúne en su hospitalito a los primero Hermanos Terciarios fundado así el cuarto hospital en la historia de Guatemala y el primero de convalecientes en América y el mundo.
Llamó al Oratorio la "Casita de Nuestra Señora de Belén", lo que en el futuro llegaría a ser la cuna de la nueva orden religiosa "Belemita", la primera orden nativa en América
La vida interior del Hermano Pedro y su devoción se centran en los grandes misterios de la vida de Cristo, el Nacimiento en Belén, la dolorosa Pasión y la Eucaristía. Por la contemplación del sufrimiento de Cristo que se inicia en Belén, llega su plenitud sobre la Cruz y se prolonga en la Eucaristía, el Hermano Pedro desarrolla una actitud de reparación que lo lleva a sufrir con el Cristo paciente y a alimentar un vivo celo por la conversión de los pecadores.
El Hermano Pedro recorría las calles de la ciudad pidiendo indulgencias por las almas del purgatorio, sonando su campanita, recordando que "un alma tienes no más, si la pierdes ¿Qué harás?". Su continua ocupación fue la oración, la penitencia y el trabajo en beneficio de los necesitados.
En 1661 Antonio Rodríguez, terciario franciscano, pasa a vivir con el Hermano Pedro en la Casa Belén, consitituyéndose en el primer compañero de Pedro. El 7 de diciembre de 1663 el Hermano Pedro solicita al Rey Felipe IV la aprobación del Hospital de Belén.
El 20 de abril de 1667, ya enfermo de gravedad, dicta su testamento en el Hospital de Belén en el que pide de limosna que se le entierre en la Iglesia del Señor San Francisco El Grande en la Capilla lugar de entierro de los terciarios.
El 25 de Abril de 1667 a dos de la tarde en el Hospital de Belén, mirando un cuadro de San José exclamó: "Esta es mi Gloria" y expiró. Al morir deja su obra y su familia religiosa a cargo de Fray Rodrigo de la Cruz, otrora Rodrigo Arias de Maldonado, Marques de Talamanca y Ex - Gobernador de Costa Rica milagrosamente transformado por la vida y ejemplo del Hermano Pedro.


Santa María Magdalena.

María Magdalena tuvo un privilegio único e imponderable: FUE LA EVANGELIZADORA DE LOS EVANGELISTAS Y DE LOS APÓSTOLES. Ella, por mandato de Jesús, fue la mensajera de Su resurrección. Magdalena, LA RESUCITADA A LA GRACIA, es la primera en verlo. En este sentido, la Magdalena nos recuerda al apóstol San Juan. Los dos fueron objeto de la predilección de Jesús. Los dos le amaron con ardiente corazón. Los dos estuvieron, en amorosa compañía, al pie de la Cruz.
Ella supo resucitar, por su voluntad, del sepulcro de su vicio, deshacerse de Satanás que la tenía aferrada; desafiar al mundo por amor a su Salvador y despojarse de todo lo que no fuese amor. Llegó a ser la discípula MÁS FIEL del Salvador; la mujer que cuidaba de El durante sus peregrinaciones entre el Líbano y el Mar Muerto. Por El abandonó su casa y su comarca; por El se separó de amistades y parientes y se unió a los apóstoles, aceptando todas las inclemencias de los viajes, sirviéndoles a todos con verdadera humildad. Era a la vez Marta y María, con respecto al Maestro: SERVIRLE Y ADORARLE, AHORA Y EN LA CRUZ.
Dice la Escritura: "Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, María de Cleofás y María Magdalena". La Magdalena no podía estar en otro sitio. Allí estaba su Amor Crucificado. Allí tenía que servirle, en silencio, con lágrimas, en adoración.
Impresiona la Magdalena, valerosa y delicada, ardiente e intrépida. Emociona su actitud en el Calvario; su preocupación en la sepultura; el trajín en las primeras horas del domingo; la queja al "jardinero"... y la maravilla del encuentro y de la misión que le encomienda el Señor.
Expulsada de su patria por la primera persecución judía de los cristianos, María Magdalena se fue al sur de Francia y vivió una vida piadosa y penitente, según se cree, en una cueva cerca de Saint Baume, durante treinta años, donde murió.
Se venera en el Templo Parroquial de la Guancha.

San Juan Bautista

Nació en Judea, seis meses antes de que naciera Cristo. Su nacimiento fue milagroso, porque un ángel lo anunció a sus padres, ya ancianos.
Seguramente recibió una esmerada educación al estilo judío, puesto que su padre, Zacarías, era un sacerdote israelita. Este, inspirado por el Espíritu Santo, había vaticinado que Juan "sería profeta del Altísimo e iría delante del Señor para preparar sus caminos". Lc. 1,76
Siguiendo su vocación profética extraordinaria, Juan se retiró desde muy joven al desierto, en donde llevó una vida de gran austeridad: vestía pieles de camello, se alimentaba de langostas y miel silvestre y, sobre todo, vivía entregado a la oración.
Muy pronto, hacia el año 26 o 27 de nuestra era, comenzó a predicar la sincera conversión a Dios, no sólo a los pecadores declarados y públicos, sino también a los encubiertos, que se consideraban intachables, como los fariseos y doctores de la ley. Las muchedumbres acudían en tropel a escuchar su predicación y en señal de sincera conversión se hacían bautizar, es decir, que recibían de manos de Juan un baño en las aguas del Jordán, para simbolizar el sincero deseo de purificarse de sus pecados. También Jesucristo fue a hacerse bautizar por Juan. Este, iluminado por el Espíritu Santo, lo reconoció como quien era, el Mesías, el Hijo verdadero de Dios. Tembloroso, el Bautista se negaba a bautizarlo. Pero Jesús insistió por su profunda humildad y Juan se resignó a hacerlo. Cuando se abrieron los cielos y descendió el Divino Espíritu en forma de paloma sobre el Mesías, y se escuchó la voz del Padre; Juan se sintió en el colmo de la felicidad: el Mesías, Hijo de Dios, se había manifestado esplendorosamente ante sus ojos y los de sus discípulos. Varios de estos, como Andrés, Simón, Juan, Felipe, Natanael siguieron a Jesús y recibieron el nuevo bautismo "en el Espíritu y en el fuego", bautismo verdadero que no era un símbolo, como el de Juan, sino un sacramento que perdona los pecados y hace hijos de Dios.
Juan el Bautista dio testimonio con su vida y con su muerte de que sin la Penitencia y genuina conversión no es posible creer en Jesús el Cristo, El Hijo de Dios.
Se venera en el Templo Parroquial de San Juan Bautista.

San Antonio de Padua, presbítero y doctor de la Iglesia (1195-1231)

San Antonio de Padua es el santo de los milagros, de acuerdo con la devoción popular, pues encuentra buen marido a la joven casadera, y descubre las cosas perdidas a sus devotos; pero mil veces más importante que todo esto es el testimonio que, durante su vida, brindó a los fieles; un testimonio de plena entrega al servicio del Evangelio.
Apenas cumplidos los quince años, resolvió seguir a Cristo en la orden de los Canónigos de San Agustín, con quienes se inició en la vida religiosa, hizo sus votos y finalmente se ordenó sacerdote.
El año 1220 pasaron por su monasterio de Coimbra algunos franciscanos que llevaban consigo las reliquias de sus primeros mártires, sacrificados para el Señor, en Marruecos. Fernando se sintió electrizado al contemplar aquellos sangrientos restos. Pidió y obtuvo pasarse a la orden recién fundada por Francisco de Asís. Logró, asimismo, ir desde luego a misionar al norte de África. Tiempo después pudo emprender el viaje hasta Asís, donde Francisco, el Pobrecillo de Cristo, celebraba el capítulo general.
Antonio fue entonces destinado a morar en el eremitorio de Montepaolo. Allí vivió en retiro entregado a la contemplación y al estudio, hasta que un buen día predicó de repente, por obediencia, sin previa preparación, un sermón tan rico en doctrina y tan conmovedor, que al punto los superiores lo destinaron a la predicación. Desde entonces recorrió la Italia central y septentrional, así como parte de Francia, provocando numerosas conversiones. Antonio no vivía para
sí, sino para socorrer con la palabra viva del Evangelio a toda clase de cristianos. Su palabra, como la de San Pablo, no era según la humana sabiduría, sino que se fundaba sobre el poder de Dios, que confirmaba sus discursos con espléndidos milagros. El Papa Gregorio IX al oírlo predicar, exclamó: "Antonio es el arca del Viejo y del Nuevo Testamento". Brillaba además por su admirable prudencia, por lo que fue elegido provincial de los franciscanos. Su frágil salud no pudo resistir tan abrumadoras fatigas y, el 13 de junio de 1231, cuando apenas contaba unos 36 años de edad, rindió su espíritu al Señor.
Un año más tarde el Papa Gregorio IX lo canonizó solemnemente en vista de los continuos milagros, que después de su muerte, el Señor obraba por su intercesión. La fama de San Antonio continúo creciendo a lo largo de los siglos y el año de l946, el Papa Pío XII le concedió el título de Doctor Evangélico, que resume la vida del gran taumaturgo: VIVIR Y ENSEÑAR EL EVANGELIO.
Se venera en el Templo Parroquial de La Guancha, San José y Ermita del Pinalete.

San Martín de Porres, religioso (1579-1639)

Nació en Lima el año 1579. Era hijo de un hidalgo español, Dn. Juan de Porres, y de una muchacha mulata, Ana Velázquez. Martín fue bautizado en la iglesia de San Sebastián, en la misma pila bautismal en que siete años más tarde lo sería Sta. Rosa de Lima.
Desde niño fue muy generoso con los pobres, a los que daba parte del dinero cuando iba de compras. Su madre lo llevaba con frecuencia al templo. Su padre, gobernador de Panamá, le procuró una buena educación.
Martín aprendió el oficio de barbero, que incluía el de cirujano y la medicina general. Cumplía bien su oficio, sobre todo en favor de los pobres, y aprovechaba la ocasión para hablarles de Dios, y era tal su bondad, que conmovía a todos. Por el día trabajaba y por la noche se dedicaba a la oración.
A los quince años entró como terciario dominico en el convento del Rosario de Lima. Allí fue feliz, sirviendo con humildad y caridad a los de dentro y a los de fuera. Convirtió el convento en un hospital. Recogía enfermos y heridos por las calles, los cargaba sobre sus hombros y los acostaba en su propia cama.
Los cuidaba y mimaba como una madre. Algunos religiosos protestaron, pues infringía la clausura y la paz. "la caridad esta por encima de la clausura", contestaba Martín. Sus rudimentarias medicinas, y más aún sus manos, obraban curaciones y milagros. Su caridad se extendía a los pobres animalitos que encontraba hambrientos y heridos. Había muchos vagabundos en Lima. Buscó dinero y fundó el Asilo de Santa Cruz para niños. Allí les cuidaba y enseñaba una profesión.
Sus devociones preferidas eran: Cristo Crucificado, y en recuerdo de los sufrimientos de Cristo en la Cruz se daba tres disciplinas diarias. Otra devoción era la de Jesús Sacramentado, y pasaba horas ante el Santísimo con frecuentes éxtasis, la devoción a la Virgen María -sobre todo bajo la advocación del Rosario- con la que conversaba amorosamente y la devoción al ángel de la guarda, al que acudía con mucha frecuencia. Luchaba tenazmente contra el sueño en la oración.
Cuando la viruela empezó a causar estragos en Lima, la actividad y los cuidados de Martín se multiplicaron. Todos acudían a él. Todos le tenían por santo. Era el ángel de Lima. Aquel esfuerzo sobrehumano llegó a debilitarle peligrosamente. Cayó enfermo. El sabía que no saldría de aquella enfermedad. Cuando vio que se acercaba el momento de su muerte, pidió a los religiosos que le rodeaban que entonasen el Credo. Mientras lo cantaban, entregó su alma a Dios. Era el 3 de noviembre de 1639.
Su muerte causó profunda conmoción en la ciudad. Había sido el hermano y
enfermero de todos, singularmente de los más pobres. Todos se disputaban por conseguir alguna reliquia. Toda la ciudad le dio el último adiós.
Su culto se ha extendido prodigiosamente. Gregorio XVI lo declaró Beato el año de 1837. Fue canonizado por Juan XXIII en 1962. Recordaba el Papa -en la homilía de la canonización- las devociones en que se había distinguido el nuevo Santo: SU PROFUNDA HUMILDAD que le hacía considerar a todos superiores a él, su celo apostólico, y sus continuos desvelos por atender a enfermos y necesitados, lo que le valió, por parte de todo el pueblo, el hermoso apelativo de "Martín de la caridad".
Se venera en el Templo Parroquial de La Guancha.

Santa Cecilia, virgen y mártir

Sta. Cecilia es una de las santas a la que más relieve ha dado la Liturgia, el arte y la piedad popular. Pertenecía a una ilustre familia de los Cecilios Metelos. Se cree que era ya cristiana desde muy niña, y que, desde muy niña también, consagró a Cristo su virginidad.
Un Obispo medieval, Adhelmo, en su libro "VIRGINITATE", llega a decir que Sta. Cecilia es la segunda entre las vírgenes, después de la Madre de Dios, pues guardó la virginidad aún siendo desposada.
Sus padres habían dispuesto la boda de Cecilia con Valeriano, de la noble familia de los Valerios. Cecilia tenía consagrada a Dios su virginidad, pero consiente en los desposorios con la esperanza de convertir a Valeriano, y así ser más libre para consagrarse y servir al Señor.
Mientras tocaba el órgano y armonizaba el festín nupcial, la virgen Cecilia cantaba al Señor dentro de su corazón: "HAZ, SEÑOR, MI CORAZON Y MI CUERPO INMACULADOS, PARA QUE NUNCA SEA CONFUNDIDA".
Cuando quedan solos los esposos, la esposa advierte a Valeriano que no la puede tocar, que hay un ángel vigilante entre sus cuerpos "un ángel que acerca sus almas y separa sus brazos". Valeriano muestra interés por verlo.
Cecilia le dice que lo verá cuando sea puro. Inmediatamente va a la Vía Appia a oír las enseñanzas del Obispo Urbano, ayudante del Papa Eleuterio, según las indicaciones que le ha hecho Cecilia.
Valeriano acude ante el Obispo, recibe el bautismo y ve al ángel, como le había prometido Cecilia. Convierte a su hermano Tiburcio. Los tres son condenados a morir el año 178, en la persecución de Marco Aurelio, por profesar su fe públicamente.. Los hermanos son degollados y a Cecilia le conceden sufrir el martirio en su casa, en la sala de baño. Como el vapor asfixiante la respeta, ha de intervenir el verdugo con la espada. Este no logra su propósito y la deja moribunda, con un tajo en el cuello. La santa logra todavía hacer, con señas, profesión de su fe en Dios Uno y Trino. "ESTA VIRGEN GLORIOSA, -se nos dice-, LLEVABA SIEMPRE EL EVANGELIO SOBRE SU PECHO, Y NI DE DÍA NI DE NOCHE INTERRUMPÍA LOS DIVINOS COLOQUIOS". Sta. Cecilia -como narra la parábola del Evangelio- fue una de las vírgenes prudentes, que esperaron al Esposo celeste con la lámpara encendida y con el aceite de reserva: "LA LÁMPARA DE LA FE QUE ELLA ALIMENTABA CADA DIA LEYENDO LA SGDA. ESCRITURA Y ESCUCHANDO A LOS MINISTROS DE DIOS".
El cuerpo virginal fue depositado en las catacumbas de San Calixto. En el siglo IX fue trasladado a la Basílica romana de Sta. Cecilia in Trastévere, y en 1599 fue visto incorrupto. Sta. Cecilia es patrona de los músicos y su vida nos enseña que el uso de los instrumentos y aun de la misma Liturgia no tienen como fin primordial la satisfacción de los sentimientos humanos, sino LA GLORIA DE DIOS.
Se venera en el Templo Parroquial de San José y Ermita de Coromoto.

San Felipe Neri, presbítero (1515-1595)

Nació en Florencia en 1515. Fue sencillo, ingenioso, alegre, extático, imprevisible, músico, poeta, extravagante y humorista. El hermano Zboni riñó un día a Felipe porque reía a carcajadas leyendo "las bromas del cura Arlotto", diciéndole: "Los sacerdotes no deben reir ruidosamente". "El Señor es bueno, contestó Felipe. ¿Cómo no va a alegrarse de que sus hijos nos riamos? La tristeza nos hace doblar el cuello y no nos permite mirar al cielo. Debemos combatir la tristeza, no la alegría".
Le llamaban desde niño "Felipín el bueno", por su piedad, dulzura y amabilidad.
En medio del paganismo que imperaba en el ambiente renacentista romano, Felipe entrega todos sus haberes a los pobres, mientras él ayuna a pan y agua. Pasa los días en obras de caridad, y las noches en las catacumbas de San Sebastián, entregado a la oración y a la penitencia. Alcanza altísima oración. Sus éxtasis duran horas y a veces se le oye clamar:¡Basta, Señor, basta! ¡Detén el torrente de tu amor! Ante esa vida angelical poco podían hacer los asaltos del mal. Con todo, le gustaba rezar así: "Señor, no te fíes de mi. Señor, ten de tu mano a Felipe, que, si no, un día, como Judas, te traicionará".
Funda una cofradía para atender a pobres y peregrinos. Visita cárceles y hospitales. Busca sobre todo a los niños y a los jóvenes. En 1551 se ordena sacerdote por obediencia. Por toda Roma derrama sus caridades, sus fervores, su alegría contagiosa, la certeza de que hay más alegría en la virtud que en el pecado. Es proverbial su don de lágrimas, y de hacer milagros. En el tribunal de la penitencia conseguía conversiones maravillosas.
Todos los Papas y Príncipes acudían a él. Su obra definitiva fue la fundación del Oratorio, para instruir y entretener a niños y jóvenes. "Sed buenos... Si podéis, les decía comprensivo. Con tal de no ofender a Dios, podéis cortar leña sobre mis espaldas". Desde el Oratorio extendía el bien a todas partes.
Murió en 1595. Era la noche de Corpus y se fue a acabar la fiesta al cielo. Sus restos descansan en la "Chiesa Nuova" de Roma. Fue canonizado por Gregorio XV en 1622.
Se venera en el Templo Parroquial de La Vera.

San Vicente, diácono y mártir (+304)

San Vicente era un diácono español, y su martirio se hizo tan famoso que San Agustín le dedicó cuatro sermones. Era diácono o ayudante del Obispo de Zaragoza, España, San Valerio. Como el Obispo tenía dificultades para hablar bien, encargaba a Vicente la predicación de la doctrina cristiana.
El Emperador Diocleciano decretó la persecución contra los cristianos y el gobernador Daciano hizo poner presos al Obispo Valerio y a su secretario Vicente. Les ofrecieron muchos regalos y premios si dejaban la religión de Cristo. Vicente dijo: "Estamos dispuestos a padecer todos los sufrimientos posibles, con tal de permanecer fieles a la religión de Nuestro Señor Jesucristo". Entonces Daciano desterró al Obispo y se dedicó a hacer sufrir a Vicente las más espantosas torturas. El primer martirio fue un tormento llamado: "el potro", que consistía en amarrarle cables a los pies y a las manos y tirar en cuatro direcciones distintas al mismo tiempo. Vicente, fiel a su nombre que significa "valeroso", aguantó este terrible suplicio rezando y sin dejar de proclamar su amor a Jesucristo.
El segundo tormento fue apalearlo. El cuerpo de Vicente quedó masacrado y envuelto en sangre. Pero siguió declarando que no admitía más dioses que el Dios verdadero, ni más religión sino la de Cristo.
Y vino el tercer tormento: la parrilla al rojo vivo. Lo extendieron sobre una parrilla calientísima erizada de picos al rojo vivo. Los verdugos echaban sal a sus heridas. Vicente no hacía sino alabar y bendecir a Dios. San Agustín dice: "El que sufría era Vicente, pero el que le daba tan grande valor era Dios".
Dios cuando manda una pena, concede también el valor para sobrellevarla.
El tirano mandó que lo llevaran a un oscuro calabozo cuyo piso estaba lleno de vidrios cortantes y que lo dejaran amarrado y de pie hasta el día siguiente para seguirlo atormentando. El poeta Prudencio dice: "El calabozo era un lugar más negro que las mismas tinieblas; era una noche eterna donde nunca penetraba la luz".
Pero a medianoche el calabozo se llenó de luz. A Vicente se le soltaron las cadenas. El piso se cubrió de flores. Se oyeron músicas celestiales. Y una voz le dijo: "Ven valeroso mártir a unirte en el Cielo con el grupo de los que aman a Nuestro Señor". Al oír este hermoso mensaje, San Vicente murió de emoción. El carcelero se convirtió al Cristianismo, y el perseguidor lloró de rabia al día siguiente, al sentirse vencido por este valeroso diácono.
Se venera en la Ermita de Las Rosas.

San Juan Evangelista

El discípulo amado
SAN JUAN el Evangelista, a quien se distingue como "el discípulo amado de Jesús" y a quien a menudo le llaman "el divino" (es decir, el "Teólogo") sobre todo entre los griegos y en Inglaterra, era un judío de Galilea, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor, con quien desempeñaba el oficio de pescador.
Junto con su hermano Santiago, se hallaba Juan remendando las redes a la orilla del lago de Galilea, cuando Jesús, que acababa de llamar a su servicio a Pedro y a Andrés, los llamó también a ellos para que fuesen sus Apóstoles. El propio Jesucristo les puso a Juan y a Santiago el sobrenombre de Boanerges, o sea "hijos del trueno" (Lucas 9, 54), aunque no está aclarado si lo hizo como una recomendación o bien a causa de la violencia de su temperamento.
Se dice que San Juan era el más joven de los doce Apóstoles y que sobrevivió a todos los demás. Es el único de los Apóstoles que no murió martirizado.
En el Evangelio que escribió se refiere a sí mismo, como "el discípulo a quien Jesús amaba", y es evidente que era de los mas íntimos de Jesús. El Señor quiso que estuviese, junto con Pedro y Santiago, en el momento de Su transfiguración, así como durante Su agonía en el Huerto de los Olivos. En muchas otras ocasiones, Jesús demostró a Juan su predilección o su afecto especial. Por consiguiente, nada tiene de extraño desde el punto de vista humano, que la esposa de Zebedeo pidiese al Señor que sus dos hijos llegasen a sentarse junto a Él, uno a la derecha y el otro a la izquierda, en Su Reino.
Juan fue el elegido para acompañar a Pedro a la ciudad a fin de preparar la cena de la última Pascua y, en el curso de aquella última cena, Juan reclinó su cabeza sobre el pecho de Jesús y fue a Juan a quien el Maestro indicó, no obstante que Pedro formuló la pregunta, el nombre del discípulo que habría de traicionarle. Es creencia general la de que era Juan aquel "otro discípulo" que entró con Jesús ante el tribunal de Caifás, mientras Pedro se quedaba afuera. Juan fue el único de los Apóstoles que estuvo al pie de la cruz con la Virgen María y las otras piadosas mujeres y fue él quien recibió el sublime encargo de tomar bajo su cuidado a la Madre del Redentor. "Mujer, he ahí a tu hijo", murmuró Jesús a su Madre desde la cruz. "He ahí a tu madre", le dijo a Juan. Y desde aquel momento, el discípulo la tomó como suya. El Señor nos llamó a todos hermanos y nos encomendó el amoroso cuidado de Su propia Madre, pero entre todos los hijos adoptivos de la Virgen María, San Juan fue el primero. Tan sólo a él le fue dado el privilegio de llevar físicamente a María a su propia casa como una verdadera madre y honrarla, servirla y cuidarla en persona.
Gran testigo de la Gloria del Maestro
Cuando María Magdalena trajo la noticia de que el sepulcro de Cristo se hallaba abierto y vacío, Pedro y Juan acudieron inmediatamente y Juan, que era el más joven y el que corría más de prisa, llegó primero. Sin embargo, esperó a que llegase San Pedro y los dos juntos se acercaron al sepulcro y los dos "vieron y creyeron" que Jesús había resucitado.
A los pocos días, Jesús se les apareció por tercera vez, a orillas del lago de Galilea, y vino a su encuentro caminando por la playa. Fue entonces cuando interrogó a San Pedro sobre la sinceridad de su amor, le puso al frente de Su Iglesia y le vaticinó su martirio. San Pedro, al caer en la cuenta de que San Juan se hallaba detrás de él, preguntó a su Maestro sobre el futuro de su compañero:
«Señor, y éste, ¿qué?» (Jn 21,21)
Jesús le respondió: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme.» (Jn 21,22)
Debido a aquella respuesta, no es sorprendente que entre los hermanos corriese el rumor de que Juan no iba a morir, un rumor que el mismo Juan se encargó de desmentir al indicar que el Señor nunca dijo: "No morirá". (Jn 21,23).
Después de la Ascensión de Jesucristo, volvemos a encontrarnos con Pedro y Juan que subían juntos al templo y, antes de entrar, curaron milagrosamente a un tullido. Los dos fueron hechos prisioneros, pero se les dejó en libertad con la orden de que se abstuviesen de predicar en nombre de Cristo, a lo que Pedro y Juan respondieron: «Juzgad si es justo delante de Dios obedeceros a vosotros más que a Dios. No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído.»
(Hechos 4:19-20)
Después, los Apóstoles fueron enviados a confirmar a los fieles que el diácono Felipe había convertido en Samaria. Cuando San Pablo fue a Jerusalén tras de su conversión se dirigió a aquellos que "parecían ser los pilares" de la Iglesia, es decir a Santiago, Pedro y Juan, quienes confirmaron su misión entre los gentiles y fue por entonces cuando San Juan asistió al primer Concilio de Apóstoles en Jerusalén. Tal vez concluido éste, San Juan partió de Palestina para viajar al Asia Menor.
San Ireneo, Padre de la Iglesia, quien fue discípulo de San Policarpo, quién a su vez fue discípulo de San Juan, es una segura fuente de información sobre el Apóstol. San Ireneo afirma que este se estableció en Efeso después del martirio de San Pedro y San Pablo, pero es imposible determinar la época precisa. De acuerdo con la Tradición, durante el reinado de Domiciano, San Juan fue llevado a Roma, donde quedó milagrosamente frustrado un intento para quitarle la vida. La misma tradición afirma que posteriormente fue desterrado a la isla de Patmos, donde recibió las revelaciones celestiales que escribió en su libro del Apocalipsis.
Después de la muerte de Domiciano, en el año 96, San Juan pudo regresar a Efeso, y es creencia general que fue entonces cuando escribió su Evangelio. El mismo nos revela el objetivo que tenía presente al escribirlo. "Todas estas cosas las escribo para que podáis creer que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios y para que, al creer, tengáis la vida en Su nombre". Su Evangelio tiene un carácter enteramente distinto al de los otros tres y es una obra teológica tan sublime que, como dice Teodoreto, "está más allá del entendimiento humano el llegar a profundizarlo y comprenderlo enteramente". La elevación de su espíritu y de su estilo y lenguaje, está debidamente representada por el águila que es el símbolo de San Juan el Evangelista. También escribió el Apóstol tres epístolas: a la primera se le llama Católica, ya que está dirigida a todos los otros cristianos, particularmente a los que él convirtió, a quienes insta a la pureza y santidad de vida y a la precaución contra las artimañas de los seductores. Las otras dos son breves y están dirigidas a determinadas personas: una probablemente a la Iglesia local, y la otra a un tal Gayo, un comedido instructor de cristianos. A lo largo de todos sus escritos, impera el mismo inimitable espíritu de caridad. No es éste el lugar para hacer referencias a las objeciones que se han hecho a la afirmación de que San Juan sea el autor del cuarto Evangelio.
San Juan murió pacíficamente en Efeso hacia el tercer año del reinado de Trajano, es decir hacia el año cien de la era cristiana, cuando tenía la edad de noventa y cuatro años, de acuerdo con San Epifanio.
Se venera en el Templo Parroquial de La Guancha.

San Francisco de Asís

Nació el año de 1182 en Asís. Fue hijo de Pedro Bernardone y de Mona Pica. Hasta los 24 años llevó una vida muy disipada. Un día cayó enfermo y decidió cambiar, pero pronto lo olvidó. Por designios eternos, a San Francisco le cupo la dicha de iniciar la reforma de la Iglesia. Entró un día en la Iglesia de San Damián, y oyó la voz de Cristo a través de un crucifijo, diciéndole: "Francisco, repara mi Iglesia, que, como ves, amenaza ruina". El creía que se trataba de aquella Iglesia material y casi derruida y él se dispuso de inmediato a la tarea. Pero no era esa tarea la que El le encomendaba, sino otra más difícil y mejor, de gran trascendencia: reparar la Iglesia Espiritual de Cristo que en aquel tiempo amenazaba ruina. ¿Cómo lo hizo? Con humildad y oración. A partir de aquel entonces Francisco ya no sería el mismo.
Su padre, al ver su cambio, lo recoge y lo encierra en casa. Francisco tira por la ventana los paños de su padre, que lo arrastra ante el Obispo para castigarle. Y Francisco dice: "en adelante sólo diré, `Padre Nuestro que estás en los Cielos', no padre Bernardone', pues le devuelvo dinero y vestidos". Y se marchó.
Su vocación se le aclaró en la fiesta de San Matías. Al oír en el Evangelio que los servidores de Cristo no debían poseer oro ni plata, ni alforja, ni calzado ni dos túnicas, exclamó: "esto es lo que yo buscaba y lo que quiero cumplir". Y se decidió a seguir en todo al pie de la letra el Evangelio y los pasos de Nuestro Señor. Le siguieron discípulos y una noble doncella, Clara.
Este fue el mensaje de Francisco: reproducir en todo la vida de Jesús, vivir su pobreza, imitar sus pasos y doctrinas. "el mismo dios me Reveló, -dice su Testamento- que debía vivir según la norma del santo Evangelio". Según las "Florecillas", Cristo quiso renovar su Vida y Pasión en Francisco. El eligió doce compañeros como Jesús, y al morir mandó traer unos panes, los bendijo y repartió.
Comenzó en Greccio la devoción del "Pesebre". En 1224 un ángel seráfico le imprime con indescriptible hermosura las cinco llagas de las manos, pies y del costado de Cristo, viviendo sus últimos años una vida realmente crucificada. Tuvo gran amor a la Virgen, amor que extendió a todos los hombres. Mimaba a los enfermos y besaba a los leprosos. Ampliaba también el amor a los animales y les hablaba con cariño. Vivía y recomendaba la oración prolongada, la obediencia, la hospitalidad, la alegría -¡la perfecta alegría!-, la humildad, hasta el punto de no querer pasar de diácono. Era enemigo de discutir y le rogaba a Dios: "¡SEÑOR, HAZME INSTRUMENTO DE TU PAZ!" Amaba sobre todo a la santísima pobreza, la Dama Pobreza, tanto que pidió al Papa en Roma les concediera ese género de vida.
Casi ciego ya por la mucha penitencia y continuó llorar, vio que le llegaba la
muerte. "sea bienvenida mi hermana la muerte", exclamó. Murió en la Porciúncula, el 4 de octubre de 1226, a los 44 años de edad. Fue canonizado dos años después en Asís por Gregorio IX. Dos años más tarde fueron trasladados sus restos a su Basílica, tan hermosamente decorada por los frescos de Giotto.
Se venera en el Templo Parroquial de La Guancha.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



© Parroquias: El Dulce Nombre de Jesús. La Guancha y San José. San Juan de la Rambla. Tenerife (Canarias). 2003